LOS HOMICIDIOS DE LA FAMILIA LEBARÓN. POR FAVOR EUA, ¡AYÚDENNOS!
Esta semana he intentado escribir, pero la indignación y la tristeza me lo han impedido. Tengo cientos de temas que comentar con mis lectores y ya van varias veces que no puedo avanzar. Me tomó tiempo darme cuenta que no comentar el caso de la familia LeBaron, menonitas honestos y trabajadores que han luchado para lograr lo que tienen, —igual que la mayoría de nosotros—, y verse en la terrible encrucijada de presenciar el salvaje y cobarde asesinato de nueve de sus miembros, por quienes demandan el cumplimiento de sus instrucciones y pago de extorciones infinitas, no tiene nombre ni conoce límite alguno de criminalidad.
Difícilmente puede encontrarse un ejemplo de barbarie similar en comunidades que no tienen odios acendrados y sostenidos durante siglos, odios alimentados por generaciones (v.g.: palestinos v. israelitas, turcos v. armenios, hutus v. tutsis, etc). Aquí se trata de homicidios producto del enojo y la venganza de un grupo de delincuentes, por no recibir dineros o acatar órdenes que exigen sin derecho alguno. ¿Qué está sucediendo en nuestro país? ¿Cómo es posible que se llegue al extremo de incinerar niños y mujeres como abominable y perversa lección dirigida a quienes desean explotar, pero que no han llegado al grado de odiar por generaciones, lo que tampoco lo justifica, pero que en cierto sentido lo hace entendible por la vía irracional de la venganza histórica? ¿Con qué grado de seriedad está tomando el gobierno estos hechos? Parece ser una reacción política, alejada del sufrimiento de la familia LeBaron y la indignación del país entero, que los funcionarios asumen desde la comodidad de la sala de juntas, mientras saborean un café con galletitas, lo que vuelve a mandar el mensaje de que la violencia no se detiene con violencia, caiga quien caiga, suceda lo que suceda?
La delincuencia en México ha llegado a excesos intolerables:
Se asesinan a mujeres y niños sin el menor reparo, al grado de incinerarlos vivos frente a sus familias.
La policía y el ejército tardan en llegar a la escena del crimen 6 horas después de ser notificados con prontitud por un miembro de la familia atacada. Las únicas razones posibles del retraso son la corrupción o el temor a ser emboscados. Ambas terribles e incomprensibles, de parte de quienes tienen el monopolio y la responsabilidad de la fuerza pública, sumada a la obligación que conlleva.
El crimen se perpetra en un lugar público (carretera) a plena luz del día.
AMLO rechaza la ayuda que le ofrece EUA, envuelto en la “soberanía nacional”, lo que puesto en la balanza, frente al riesgo que corremos todos, resulta inexplicable o reveladora de complicidad activa o al menos pasiva. El arribo del FBI estadounidense en lujosos carros negros blindados no es suficiente. Se requieren elementos de tropa, de quienes saben actuar con la necesaria eficiencia para precisamente así eliminarla, y que están entrenados y acostumbrados durante mas de dos siglos a combatir. Las encuestas sobre este tema revelan que la mayoría estamos de acuerdo en recibir esta ayuda de EUA. Quien se ahoga no discrimina a quien pertenece la mano salvadora. ¿Qué es preferible, proteger lo impoluto de nuestra soberanía o la sobrevivencia de quienes habitamos México?
Se presenta como explicación el hecho de que se trató de una “confusión”, cuando resulta que fueron dos eventos criminales a 18 kilómetros de distancia, el mismo día y casi a la misma hora y no se explica contra quienes iba dirigida tal violencia.
La extorción, el rescate y la exigencia ilícita
Esta sección está dirigida a evaluar la postura de la familia LeBarón, que desde años atrás se ha negado a pagar extorciones, rescates y exigencias ilícitas del crimen organizado. Resulta ventajoso analizar varios eventos que se han presentado en otros países.
Ha merecido enorme respeto del mundo entero, la postura que en 1936, durante la guerra civil española, adoptó el general Moscardó al recibir una llamada telefónica de parte del jefe de la milicia toledana, que tenía sitiado El Alcazar de Toledo defendido por el general y los hombres bajo su mando. Le dijeron tener secuestrado a su hijo Luis y le amenazaron con fusilarlo si no se rendía. El general, firme en sus convicciones, después de que le comunicaron con su hijo por la misma línea telefónica que se usó para intimidarlo, le dijo: “Encomienda tu alma a Dios, da un grito de ¡viva España! ¡Muere como un patriota”! No se trata de estar o no de acuerdo con las ideas que sostenía el general Moscardó, se trata de entender que las ideas y los principios están por encima de la vida de las personas.
En mayo de 1972, el vuelo 571 de Sabena entre Viena y Tel Aviv fue secuestrado por cuatro terroristas que demandaron la liberación de 315 presos palestinos encarcelados por Israel, o de lo contrario explotarían el avión con todos sus ocupantes Ya en tierra, en el aeropuerto Ben Gurión, su destino, en tanto se sostenían aparentes negociaciones, el avión fue asaltado por un comando israelí que degolló a dos secuestradores hombres, capturando a dos mujeres. El costo: tres secuestrados israelíes heridos y uno muerto. Moshe Dayan, entonces ministro de defensa se negó a ser chantajeado.
Cuatro años después, en julio de 1976, en la llamada Operación Entebbe, bajo circunstancias de chantaje similares, perpetrada de nuevo por terroristas palestinos, en este caso apoyados por personas de origen alemán, secuestraron una aeronave de Air France con 103 rehenes israelíes. El avión fue atacado en el aeropuerto de Entebbe en Uganda, por cien comandos elite israelitas. El costo: murieron todos los secuestradores, 4 rehenes y 45 soldados ugandeses. De nuevo, los israelitas se negaron a cumplir con las exigencias de los secuestradores.
Desde entonces, desde hace mas de 40 años, los palestinos no han secuestrado un solo israelí ni exigido algo a cambio. ¿Por qué? Porque las autoridades israelitas no aceptan las condiciones impuestas de manera ilegal y con el uso de la fuerza, a pesar de que al intentar rescatar a sus nacionales, ponen en peligro su vida y hasta mueren.
En nuestro país, en cambio, en septiembre de 1971 el llamado Frente Urbano Zapatista secuestró a Julio Hirschfeld Ahumada, entonces Director General de Aeropuertos y Servicios Auxilares. El rescate de 3 millones de pesos fue cubierto por el Gobierno Federal presidido por Luis Echeverría. Desde entonces el secuestro se ha multipilcado a escalas inimaginables.
Cierto es que la extorción, exigencias ilícitas y el secuestro son diferentes delitos, pero en todos los casos se demanda realizar una conducta que favorece a quien amenaza, a cambio de no afectar la vida o patrimonio de las víctimas. Los hechos recientes de Culiacán son un caso extremo del daño que posiblemente se hubiera infringido a los habitantes de dicha ciudad, de no cumplirse las exigencias de los criminales, por lo que quizás se tomó la decisión adecuada, aunque la ineptitud de los funcionarios encargados de la seguridad fue palmaria; por ejemplo, no se les ocurrió siquiera haber abierto un compás de negociación, como lo hicieron los israelíes en Entebbe mientras transportaron a cien comandos elite desde una distancia de 3, 500 kilómetros.
La negativa de la familia LeBaron de adquirir gasolina exclusivamente de los delincuentes y pagarles extorciones, es un acto similar al que sigue el gobierno de Israel y el general Moscardó: no doblarse ante las amenazas de quienes se encuentran en una situación de control fáctico, con la capacidad de matar a seres queridos y ciudadanos inocentes. Se trata de un acto de conciencia, ético y valiente que honra a dicha familia y que el Estado debe apoyar. Eso es lo que han hecho muchos países de líderes con capacidad de estadistas. De lo contrario israelitas, españoles, griegos, etc., serían constantemente secuestrados como vehículo para llegar a metas que no podrían lograrse de seguir el camino que marca la ley y la justicia. Pagar extorciones, rescates y cumplir con exigencias ilícitas, es abrir la puerta para que la delincuencia tome el control y aterrorice a la ciudadanía. Si el general Moscardó hubiese cedido la plaza para salvar la vida de su hijo, la guerra se habría ganado secuestrando hijos de generales.
Las ideas, las leyes y el estado de derecho están mas allá de nuestras vidas y las de nuestros seres queridos. Defenderlas es fundamental para vivir en sociedad. Es desafortunado que esto no lo entiendan quienes se sienten con la capacidad de dirigir los destinos de nuestra nación. La conducta que han seguido nuestras autoridades da pábulo a hacer de nuestro país un paraíso para la criminalidad, ya que vía secuestro, extorsión y amenazas ilícitas, se accede a dinero fácil.
No puedo concebir peor pesadilla que la de imaginar que somos parte de una ciudadanía, blanco fácil del castigo criminal, por negarnos a cumplir sus exigencias. Que seamos sus rehenes, venaditos en campo abierto donde nos disparan con rifles de mira telescópica. Que la conducta delincuencial se convierta en el pan de todos los días, sin que el Estado proteja al pueblo que está obligado a servir. Que se haga de la vista gorda. Que vuelva la cara hacia otro lado. Que continúe protegido por los gruesos muros de Palacio Nacional y los guardias que le rodean, sin perder su preciado tiempo en cuidar a quienes estamos inermes frente a la saña y atrocidad salvaje de los delincuentes con infinita capacidad corruptiva.
¿Qué actitud va a tomar la familia DeBaron de ahora en adelante? ¿Cómo continuar enfrentando al crimen organizado y no doblarse ante sus exigencias, si el Estado no los protege? ¿Qué actitud debe tomar el resto de la ciudadanía, frente a quien dice que va a acusar a los delincuentes con su mamá y sus abuelitos?
Estos lamentables y penosos hechos me impidieron seguir el formato de La Hormiga Arriera como de costumbre. Ya será la próxima semana, recuperado quizás, de tan malas noticias, cuando podré abordar otros temas menos pesados y angustiantes.