LOS MEXICANOS SOMOS COPIONES. ES PECULIARIDAD NEFASTA Y CARÍSIMA

El deporte con más aficionados en nuestro país, es el que practica el mayor número de personas, donde no importa sexo, edad, educación, religión, condición económica o partido político al que pertenezcan o por el cual votan. Me refiero a la constante comparación de nuestro país, nuestros hábitos y costumbres, con los EUA y sus nacionales. Es de asombrar, cuando en una reunión de amigos y/o familiares, no se conversa sobre EUA o algo relacionado a dicho país o su gente.

Esto es la manifestación de un complejo, que nos ha llevado a establecer (copiar) una federación republicana y democrática, con tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), sin tener la idiosincrasia, el convencimiento, ni las bases para hacerlo. Carecemos de la visión y radicalismo que tuvieron los fundadores (masones en gran número) de los EUA, para establecer la primera federación en la historia del mundo, integrada en su mayoría por europeos blancos, cristianos, muchos de ellos sabiendo leer y escribir, acostumbrados a pagar impuestos, con una cultura legal romano-germánica y del common law, basadas en el respeto a la ley y los jueces, y pocos idiomas, hablados por su vasta mayoría.

La constitución de los EUA (1787), se emite tras encontradas discusiones entre 13 colonias, a las que les cuesta trabajo ceder a favor de las autoridades federales, entre otras cosas, el control de una única moneda y un único ejército. Se emite sobre bases sólidas que de manera fundamental repelen la monarquía y establecen una república (el poder en manos del pueblo) democrática (el gobierno electo por el pueblo). Imperan en dicha constitución, ideas y principios fundamentales, a saber:

 

1.    Se emite por el pueblo. Por ello, las palabras iniciales son “Nosotros el pueblo” (“We the people”);

2.    “Todos los hombres nacen iguales”; es decir se rompe el principio monárquico del derecho de sangre y se elimina al rey o reina y a la aristocracia.

3.    “Ningún impuesto sin representación”; entendido como: no se podrán fijar impuestos sin oír, aprobar o vencer, a los representantes de cada colonia en La Cámara de Representantes (parte del poder legislativo).

A los poderes ejecutivo, legislativo y judicial se les da la misma jerarquía. Se insiste repetidas veces, en decisiones de su Suprema Corte de Justicia, en el necesario equilibrio entre ellos, pues ninguno está sobre los otros. El Ejecutivo, por tratarse de una sola persona, que pudiera acariciar supremacía sobre los otros, se le detiene en varias decisiones. No sorprende que lleven cuarenta y tantos presidentes que han cumplido su mandato y se han retirado sin crear problemas. Existen excepciones, pero son pocas.


A nosotros se nos hizo fácil copiar la solución de EUA, cuando no teníamos colonias integradas en un pequeño territorio en comparación y en cambio residían y residen en nuestro país (conforme a la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas), más de 60 etnias con gran número de lenguas, lo cual nos identifica como un país multicultural y etnolinguístico (matlalzincas, purépechas, tepehuanes, otomíes, triquis, totonacas, tzotziles, huicholes, nahuas, series, chontales, tarahumaras, mayos, mixes, choles, pimas, mazahuas, huaves, chichimecas, huastecos, pames, coras, cucapas, yaquis, zoques, kikapúes, chinantecos, lacandones, amuzgos, mixtecos, choles, mam, tojolabales, cuicatecos, cochimís, guarijíos, popolocas, tlahuicas y muchos muchos más). Deben añadirse a españoles y criollos europeos blancos, mestizos, católicos, pagadores de impuestos evadibles, con respeto a la Santa Inquisición, la ley y los jueces y un solo idioma, que representaban a la minoría.

México declara su independencia y adopta su primera constitución, 34 y 37 años después de los EUA, respectivamente. Estábamos impresionados por su desarrollo y crecimiento, pero no así, por su democracia, pues somos monarquistas y creyentes de la autoridad en manos de una sola persona.

A diferencia de EUA, desde el inicio de nuestra independencia, el 24 de febrero de 1821, Agustín Iturbide y Vicente Guerrero proclaman en Acatempan, El Plan de las Tres Garantías: “independencia, catolicismo y monarquía”, antecedente de lo que sucedió el 22 de mayo de 1822, cuando Agustín de Iturbide fue coronado Emperador de México. Unos años después, cuando Guadalupe Victoria termina su mandato presidencial y gana la presidencia Manuel Gómez Pedraza, Vicente Guerrero se rebela y se sospecha como parte de quienes mandaron abrir las puertas de la prisión de la ciudad de Méjico. Se trata de la revuelta conocida como El Motín de La Acordada que crea el caos y el asalto casas y comercios de la ciudad. Gómez Pedraza es removido y la presidencia la ocupa Vicente Guerrero, cuyo nombre se encuentra actualmente en el Muro de Honor de la Cámara de Diputados. Esta es nuestra historia. Estas las consecuencias por copiones de texto, sin bases reales, pues no hemos sabido establecer un sistema político que responda a nuestro escenario y necesidades.

Sigue el establecimiento del Segundo Imperio monárquico con Maximiliano; relecciones presidenciables (Benito Juárez y Porfirio Diaz), partidocracia acompañada de dictadura perfecta (como atinadamente la definió M. Vargas Llosa), establecida en su momento por Plutarco Elías Calles, el oligarca en turno, quien instituyó la fórmula de partido único (el PRI) y Presidente autoritario por seis años, sin reelección.

¿Qué sigue, dentro de la camisa de fuerza que ha significado copiar el sistema federativo de la constitución de EUA, con cientos de enmiendas mexicanas, para acomodarla a nuestras necesidades, circunstancias y caprichos del poder?

Somos copiones y eso nos ha costado y mucho. Quien dice tener una idea es despreciado, salvo que la apoye en el hecho de que viene del extranjero. Somos malinchistas, admiradores de los futbolistas y beisbolistas de equipos gringos que vienen a jugar en México. Adoramos a sus conjuntos musicales. Su vestimenta. Su lenguaje a la corta (oh, yes!), pero a nuestro estilo, con sarape de Saltillo y tacos al pastor, camino a saltarnos la frontera como ilegales, insertos en un sistema federativo que no responde a nuestra realidad.

¿Hasta cuándo habremos de liberarnos de ser copiones y crear nuestras propias soluciones o de plano, dejar nuestra soberanía de lado y aliarnos a quienes podrán guiar a México por mejores senderos? Hacia el verdadero progreso.

Ignacio Gómez-Palacio