VIVIR 130 AÑOS. (Primera Parte)
En las últimas décadas ha corrido tinta sobre la longevidad. Es comprensible. Morir es una opción brusca, triste y francamente desagradable, especialmente, cuando se han superado murallas de problemas y caminado un largo trecho de estudio y habilidades ejercitadas con esfuerzo, durante años de sacrificios, sudor y lucha.
“Se va usted a morir”, dice el doctor, con el toque divino de quien viste de blanco y colocado del otro lado del escritorio, en la silla de mando, debajo de sus diplomas, todo un cuadro de eternidad, que provoca la pregunta en nuestras mentes << ¿Los doctores mueren? >>.
“¿No hay remedio? ¿Cuánto tiempo me queda?”, pregunta Lencho, el connotado jurista-rey de su despacho, con cara de ratoncito hambriento, a pesar de su abultado vientre trabajado durante largos lustros de carnes, vinos, grasas, risas y compañías diversas.
Nadie quiere morir. Es increíble como el ser vivo se adhiere a la vida con determinación abrumadora. Por ello, ni tú ni yo, ni los grandes billonarios del mundo queremos estar frente a ese momento, como dijo Lencho, pero con signos de exclamación, de: ¡No hay remedio!
En las últimas décadas, se han identificado lugares envidiables en el mundo, donde las personas, por lo general, viven en pequeñas comunidades, comparten vida social diaria y constante, ríen y se acuestan sobrios y temprano. Destacan varias dietas, entre otras la mediterránea integrada con granos, pescado, bastante aceite de oliva, poca carne roja, café hasta dos tazas al día y vino tinto; y la japonesa a base de verduras, continuar activo y mantener un propósito de vida.
No falta quien se ostente de 145 años y conserve su dentadura y chispa en la pupila; sin embargo, se ha encontrado que, en estos lugares, como Ikara-Grecia, Cerdeña-Italia, Okinawa-Japón y otros, muchos longevos carecen de certificados de nacimiento, en ocasiones, porque su emisión es posterior a su fecha de nacimiento. Es sintomático que los diferentes Estados de los EUA, iniciaron la emisión de certificados de nacimiento, de 1841 a 1919. Otros aspectos que añaden desconfianza es el descuido e inexactitud de los registros gubernamentales y el fraude cometido por quienes aceleran su acceso a fondos de pensiones.
El tema data de milenios atrás. Baste mencionar la búsqueda de la fuente de la juventud y los cientos de altares, templos y dioses dedicados a la longevidad, en China, India y otros lugares. Actualmente, la prolongación la vida, ha dejado de ser sólo ficción o rezo y es materia de investigación científica de alto nivel. Para nosotros, personas comunes, el propósito es mantenernos vivo, en tanto se logra inventar o descubrir aquello que logrará revertir nuestra edad. A ello está dedicada una inversión superior a los mil millones de billones, lo que los angloparlantes identifican como “trillions”. Algunas de estas empresas son: Insilico Medicine, Human Longevity Inc., Celularity, Samumed, Life Biosciences y Rejuvenate Bio.
Pruebas de laboratorio han encontrado que reducir drásticamente la ingesta de calorías en animales, incrementa el término de vida, lo cual difícilmente puede ser aplicado a los humanos. Por otro lado, se ha determinado que “rampamycin”, utilizado como inmunosupresor en casos de trasplantes de órganos, también puede incrementar los años de existencia; sin embargo, estos parecen ser apenas los primeros pasos de la industria.
Es de llamar la atención que supra billonarios como el alemán Peter Thiel, Jeff Bezos y Mark Zuckerberg se interesan en ser propietarios de bunkers y propiedades cerradas, algunas con instalaciones subterráneas, cuyo propósito puede ser no sólo de resguardo de posibles ataques nucleares, sino evitar contagios y poder prolongar sus vidas. Douglas Rushkoff ha publicado in libro al efecto “Zurvival of the Richest”. Quizás, amable lector, si usted estuviera en los zapatos y acariciando los millones de estos billonarios, haría lo mismo, tan sólo para conservarse en vida mientras surgen las soluciones que tanto ansían la industria farmacéutica y la humanidad.
El tema da para más. Esta es primera entrega. La siguiente traerá lo suyo. Amable lector, espera con calma, sobre todo si eres de esos mortales, como Lencho, a quienes les ha costado mucho lograr un patrimonio medio o modesto, y que hoy, cuando empiezan a disfrutarlo, se pueden sorprender con la infame noticia de boca de quien porta bata blanca: “Se va usted a morir”.