DE MANDRILES, AMLO Y OTROS MANDATARIOS
Somos producto de nuestra historia. Las leyes y la religión nos han conformado por miles de años, pero antes y durante un número mayor de miles de años, la biología intervino para que formáramos comunidades de ayuda mutua. Por ello sobrevivimos. Tuvimos que cazar unidos a los grandes animales que de otra manera nos hubieran devorado. La caza de animales mayores, con gran cantidad de alimento, obliga a comportarse en grupo, hacer concesiones y seguir las órdenes de los mas fuertes y decididos. Esta es la tesis de Desmond Morris (The Human Zoo), que estudia y basa en parte sus conclusiones en la obra de Hall y Devore (Behaviour of Babbons), para establecer un símil entre los mandriles/babuinos (en adelante genéricamente denominados mandriles) y los hombres, verdaderamente sorprendente. Indica que son varios los mandamientos que sigue el Jefe de la manada de los mandriles y el Presidente o Primer Ministro, hombre o mujer de cualquier país (el que para efectos de brevedad que este artículo seguirá el género masculino). Estos son los siguientes, los que listo de manera condensada:
1. El Jefe requiere enseñar posturas, atavíos y gestos dominantes. Entre los humanos de hoy son las grandes tarimas, micrófonos, automóviles, fuerza vocal y en ocasiones medallas y uniforme militar. Los mandriles Jefe se yerguen, enseñan enormes caninos, pecho hinchado y determinación férrea, que acompañan con profusa melena que los hace aparecer mas grandes de lo que son.
2. En momentos de competencia y/o amenaza del exterior o de sus subordinados, el Jefe responde de manera agresiva y con exhibiciones intimidantes. Cuando la amenaza proviene del exterior, el mandril Jefe es el primero que reacciona y se coloca al frente de la defensa. En el caso de los humanos, debido a la cohesión que provoca en la comunidad el desafío del exterior, los ciudadanos se convierten en comprensivos y aprobatorios de la conducta de su Jefe, al punto que no es extraño que los “problemas y enemigos” sean inventados por el Jefe, para lograr unión, simpatía y apoyo a él.
3. Si la provocación de un subordinado es cerebral, el Jefe responde rápido, con mayor ingenio y agresividad. Muchos son los que se han quedado en la línea de arranque, por enseñar “ideas y conocimientos” que ponen en ridículo al Jefe.
4. El Jefe apacigua las diferencias que surjan entre sus subordinados, aunque éstas no signifiquen amenaza para él. Para ello, el Jefe está al tanto de los chismes, diferencias y simpatías de los grupos de sus subordinados inmediatos. Sabe que todos ellos, en especial sus segundas manos, son personas frustradas por no ocupar el cargo de Jefe, para el cual “se saben” con igual o mayor capacidad.
5. Cuida que sus subordinados de mayor rango disfruten de los beneficios que les concede su cargo superior en la manada o comunidad, lo que los mantendrá apaciguados.
6. Protege a los miembros débiles del grupo que le sirve. Entre los mandriles las hembras y entre los humanos a los humildes y frágiles de carácter.
7. Toma decisiones que impactan a su manada o comunidad, no sólo para corregir lo que considera erróneo, también para hacer sentir su presencia. Esto último lo obliga a adoptar posturas que debe inventar o de lo contrario será considerado débil y deslucido.
8. Con frecuencia, da seguridades a los subordinados cercanos, aunque siempre mantiene prudente distancia, la que llegado el caso de que se fraccione, obliga al Jefe a reaccionar con agresividad.
Lo anterior sirve de base para mostrar la similitud de patrones de poder y demostrar que vivimos en un zoológico. Un zoológico humano que portamos como herencia en lo que se refiere a las actitudes y soluciones dominantes entre los mandriles y los humanos . Que hemos avanzado en diferentes artes y ciencias muy por arriba de ellos, pero con tantito que nos rasquen en el comportamiento de nuestra especie, compartimos antecedentes biológicos de los que no podemos ni queremos desprendernos.