MITOMANÍA MAÑANERA

El mitómano encargado de dirigir al país y representarlo frente a la comunidad internacional, ha llegado a excesos dignos de la fantasía de un adicto narcotizado y absorto con el “viaje alegre”, que significa tener, mañana tras mañana, el micrófono de la nación. Sin comprar boleto, nos ha subido a una montaña rusa interminable, acompañada del poder que ejerce día a día, sin soltar manivela ni direccional, mejorando con frecuencia aterrante sus palancas de fuerza. El tema la llegado a extremos inimaginables, lo que nos llevará a la cloaca de la historia durante años, con las consiguientes grandes dificultades necesarias para corregir el rumbo.

El problema se agiganta cuando millones y millones de ciudadanos lo siguen en lo que se antoja no sólo darle por su lado, sino darle cuerda. ¿Cómo se explica de otra manera la rifa del avión presidencial? Vendió boletos, hizo la rifa, los pocos ganadores no recibieron el avión en todo ni en partes, el avión continúa estacionado y sin usar en los hangares del gobierno, sujeto a la erogación necesaria para su mantenimiento… y no pasa nada. Fue criticado por ello. Resistió con nuevas mentiras que le echaron polvo a la del avión, que dejó de ser noticia. Hoy ha dejado de figurar en las noticias.

Y ¿qué? Nosotros nos tragamos el cuento del avión, el gobierno se queda con el dinero de los boletos de la rifa y que siga el mundo dando vueltas y vueltas, pues total, ¡hoy amaneció asoleado!

A diario se repite lo mismo. Ayer, el Presidente nos dijo que hace un par de días aseguró que el sistema de salud mexicano sería comparable al de Dinamarca, pero se auto corrige para indicar que no será igual, que será mejor. La casi totalidad de los ciudadanos, no tenemos idea del sistema de salud de Dinamarca, aunque lo hace parecer como algo deseable. Si investigamos un poco sobre dicho sistema de salud, nos podemos reír de su “puntada”, pero no lo harán quienes hoy están afectados por el desabasto de medicinas y la pésima atención médica en centros de salud del gobierno.

Dolores Mercado Corona, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM menciona que el camuflaje entre animales, peces e insectos diversos en la naturaleza, es una mentira de la que se han valido, para fingir algo diferente a la realidad y les ha permitido sobrevivir. Recordando a Charles Darwin: la sobrevivencia del mas apto. ¿Será que nuestro Presidente se camuflajea cada mañana con una nueva mentira y nos sobrevivirá por ser mas apto?

La académica agrega que mentiroso es aquel que engaña a su pareja durante un tiempo, pero mitómano es quien vive creando una imagen que el mismo cree, pero requiere que otros crean. Se trata de personas hábiles en crear una realidad paralela, que les sirve para engañar durante largos plazos de tiempo.

En materia electoral surge algo sorprendente, que escapa a la psicología para caer en el fraude y conducta que debería ser delictuosa. Una persona puede decir una mentira y ser creído y quizás dudado, pero si dice cientos y miles de mentiras, una tras otra, por su número se empiezan a creer. El siguiente paso es que el escucha hace las mentiras suyas, pues desea votar por el mitómano y castigar a otros candidatos o partidos políticos. <<Tengo que creer, y hablar bien de mi candidato, pues en esa creencia está involucrado mi prestigio>. Las mentiras así vistas, se convierten en bolas de nieve que al rodar juntan y juntan, hasta formar un batallón de crédulos.

Lo anterior es el catecismo de la mayoría de los políticos que hacen promesas de campaña, a sabiendas de no poderlas cumplir, pero la gente las acepta esperanzada y vota favoreciéndolos. Después, no hay recurso para exigir su cumplimiento, salvo votar por otro candidato que bien puede hacer lo mismo. La fórmula garantiza el triunfo de los mitómanos.

Las mañaneras, el mitómano y sus largas, los viajes del general, los lujos de la familia López, los nexos con el crimen organizado, la fabricación de droga sintética, la inseguridad, los muertos y desaparecidos, los enfermos no atendidos y toda una lista adicional que acabaría el espacio, ¿son hechos sin remedio alguno, que están para quedarse y aumentarse, o tienen límite?

Ignacio Gómez-Palacio