CONFIANZA Y DESCONFIANZA.

Tenemos historia de gobernantes, familiares, parejas y hasta futbolistas que nos han mentido y con ello provocado sospechosismo, desconfianza y una vida en la que, la verdad nos ha eludido vez tras vez.

Uno de los mayores y recientes prometedores profesionales de las perlas de la virgen, ha sido nuestro Presidente López Obrador, causante de una Gran Desilusión. Tan grande ha sido nuestra desilusión que, se antoja no volver a creerle a ningún funcionario público, semi-público o privado.

¡Ya basta!

Y ahora llega Xóchitl de quien me dijo un taxista: ¿usted le cree?

La confianza abona a la formación de capital social, lo que es fundamental para elegir y gobernar. La confianza es fundamental para el desarrollo de las relaciones cooperativas interpersonales.

Es sintomático que, al firmar un contrato los ingleses, como puede ser un contrato de arrendamiento, cada uno solo firma una versión y se la entrega a su contraparte. En los E.U.A, las dos partes firman los dos contratos. En México además de firmar dos contratos, inicialamos cada página. Obviamente vivimos en una sociedad que desconfía, lo que es motivo de la intervención constante de notarios públicos.

En los E.U.A e Inglaterra para celebrar un contrato de fideicomiso no se requiere la intervención de un banco. Entre nosotros, solo los bancos pueden ser fiduciarios. Existe una compleja relación entre democracia y confianza y lo que nos está sucediendo es de que al perderse la confianza se reduce la credibilidad en la democracia.

La desconfianza en la democracia y en las instituciones provoca el ausentismo: ¿para qué voto, si no sirve de nada? La falta de confianza, paraliza toda acción colectiva, lo que es indispensable para la vida democrática. Un estudio publicado por la Comunidad de Practica INE-PNUD, CDMX, 2015, indica que la satisfacción en la democracia en Asia es de 70%, en Europa 59%, África 49% y América Latina 37%. Destacan a favor de creer en la democracia Uruguay, Argentina y República Dominicana. Este es un tema toral que debe encender focos rojos y que en el estudio antes citado indica que México, comparado con el resto de América Latina es el país menos satisfecho con la democracia.

Otro estudio agrega que ocho de cada diez mexicanos NO confían en el prójimo.

Imaginemos el tremendo daño que se ocasionaría a nuestra joven democracia, en caso de repetirse un Presidente mentiroso como ha sido López Obrador. Por ello es indispensable el cambio, de lo contrario perderemos aun mas la confianza que los ciudadanos debemos tener en la democracia.

No todo tiene que ver con lo electoral. Uno de los problemas mas serios en México es la desconfianza en la propiedad de la tierra, sobre todo en comparación con Europa, Canadá y E.U.A. Esa desconfianza en la tierra es causa del alto costo del crédito en el país y de la escasa oferta financiera. La consecuencia es que, cuando un banco mexicano se arriesga a dar un crédito garantizado con hipoteca, pide el aval de los padres, abuelos, hermanos o hermanas y todo aquel al que puedan convencer los deudores.

Sin confianza nada avanza. Desconfianza en la pareja, en la familia, en los gobernantes, solo puede conducir a problemas impredecibles que bien pueden evitarse.

Nuestra gran interrogante es: ¿Cómo lograr la necesaria confianza para avanzar? Implica tener confianza en que lo lograremos y en saber que, en cada acto de desconfianza, perderemos fuerza como familia y como país.

Ignacio Gómez-Palacio