EL COMPLOT DEL CORONAVIRUS
La capa delgada de nieve que blanqueó Washington a tempranas horas de la madrugada, le daba un aspecto de paz y serenidad. Malcolm (nombre cambiado), asesor del Presidente Trump para casos especiales, sonreía al ver sin ver por la ventana la blancura, momentos antes de salir al aeropuerto a encontrarse con su jefe. Paladeaba la idea que le reventó en su cabecita y que no le dejó dormir. <<Se me ha ocurrido la idea mas brillante de mi vida. Qué razón tenía mi padre al aconsejarme “si quieres ser buen periodista, buen asistente de quien decide, debes estar en la pre-noticia. Si la sabes identificar, la puedes manipular en tu beneficio”>>. Unas horas antes había leído un WhatsApp en clave, en el que se le indicaba el día y hora en los que lo recibiría su jefe, lejos de los fríos del este. Trump pasaba las fiestas de la temporada navideña en un club privado de su propiedad en Palm Beach, California. Concluía un tema de inversión extranjera en su estudio particular con algunos asesores, cuando le pasaron una tarjeta indicando la llegada de Malcolm.
El Presidente se disponía a cenar con su familia y varios invitados, a quienes les repetiría ser el hombre mas poderoso del planeta, lo que masticaba para sus adentros cada dos o tres horas, sin importar que estuviese despierto o dormido. Recién había concluido conversación telefónica con algún mandatario latinoamericano. Le gustaba hacerles sentir quien manda en Las Américas. El reloj advertía veinticuatro minutos para las cinco de la tarde. Al darle entrada a la visita, dirigiéndose a los demás, con brusquedad acostumbrada— leave us alone. Five minutes, Malcolm. I´m hungry. I am supossed to rest and enjoy my holidays—, al indicarle donde sentarse en el sofá, junto a su sillón favorito. Malcolm entró con paso firme y la prisa de quien le hierven las habas de decir lo que traía en mente—. Okay, dirty mind, shoot. Make it fast.
—It´s very important and of great benefit for your campaign —dijo el güerito pecoso, flaco, chaparrito, con cabeza desproporcionada y cara reducida por el hambre que sufrió durante su infancia. Un personaje sorprendente que entrado en confianza presume que su virtud principal es su mente cochambrosa, razón por la que asesora a Trump, quien no toma a la ligera sus consejos. Sin perder tiempo, conocedor de su jefe, se fue directo al grano:
—Se ha descubierto un nuevo virus en China. Un doctor chino lo ha dado a conocer a los medios, lo que ha provocado que el gobierno le llame la atención. ¿Por qué? Porque se trata de un virus que ha mutado y no existe cura ni vacuna. Ya se han reportado muertos. Se transmite por la saliva y por cualquier objeto en el que se encuentre, por ejemplo, las gotas de un estornudo sobre una mesa que alguien toque con la mano y después se lo lleve a la cara. El virus puede durar en cualquier objeto de plástico, metal, papel o lo que sea, varias semanas. Si alguien se lo lleva a los ojos, oídos o boca, se introduce al cuerpo y puede provocar la muerte. Se llama coronavirus. En unos cuantos días las autoridades sanitarias de Wuhan van a alertar a la población. Parece ser que proviene de mercados de animales vivos en dicha ciudad.
—So….?
—Mister President, hemos tratado de detener a los chinos, al yellow peril, como a usted le gusta decirles. Hemos hablado con ellos para que detengan su invasión de productos y hasta servicios en los mercados de occidente y en especial de nuestro país, sin ningún resultado. Recientemente subimos los aranceles de importación, lo que ha traído una guerra comercial criticada hasta por nuestros aliados. Tal parece que no podemos detener a China, pero el coronavirus nos puede brindar la gran oportunidad. Si le sacamos provecho al virus bajo el halo de protección a la salud humana y conseguimos que surja una alarma mundial, detenemos sus exportaciones y el gran turismo que les llega, reduciéndoles en serio lo que reciben de divisas. Imagínese que nadie quiera ir a China. Que a las personas que hayan visitado China se les prohíba la entrada a otros países o por lo menos estén obligados a guardar cuarentena durante semanas. Las propias aerolíneas no van a permitir que chinos se suban en sus aviones y van a restringir y quizás cancelar volar a China.
—Malcolm, you are a genius!
—Thank you, Mister President.
—We have to make a big big fuss. Que el mundo entero se alarme con productos y personas que residan en China. Oh my God! Pronto van a estar de rodillas pidiéndonos clemencia.
—I believe you are right, Mister President.
—Te vas a encargar de alimentar a los medios. Quiero historias de horror. De gente muriéndose en los hospitales y hasta en las calles. Del intento de evitar la propagación de un virus incontenible en Europa, en África, en el resto de Asia, en este país y el resto de las Américas. De doctores y enfermeros vestidos como astronautas, cubriéndose con todo para evitar contagiarse. A los medios les gustan las noticias alarmantes. ¡Todos son amarillistas! Quieren vender su mierda. Les urge sobrevivir. Mientras mas alarmante sea la noticia, mas les gusta. Qué muerdan el anzuelo. Dales de comer lo que de verdad gozan. Prepárate para que las noticias les lleguen de muchas fuentes. Te voy a asignar un presupuesto. Varios millones. Ejércelos. No ahorres. Gástatelo. Quiero resultados. ¿Me oyes? Pero espérate hasta enero. No quiero interrumpir mis vacaciones. Mientras, has planes. Planes malévolos, para lo cual te pintas solo y para lo cual te tengo.
—Yes, Mister President —y un gesto perverso y festivo se le hincó en el rostro. Era un hombre satisfecho.
—Qué bueno que te contraté, Malcom. You are a true son of a bitch. Just what I need.
—Thank you Mister President.
El 31 de diciembre de 2019 las autoridades de salud de Wuhan informaron, que 27 personas habían contraído un síndrome respiratorio agudo severo de origen desconocido y que un alto porcentaje de los enfermos estaban relacionados con un mercado de animales vivos y mariscos ubicados en dicha ciudad. El 7 de enero se identificó un caso en Tailandia, el 14 de enero en Japón y el 21 del mismo mes en EUA, en todos los casos, de personas que habían viajado a Wuhan. Para finales de enero se reportó haber encontrado la cepa de este nuevo coronavirus en 14 ciudades en diferentes partes del planeta que sumaban 169 muertes, lo que provocó que la Organización Mundial de la Salud declarara emergencia de salud internacional. Menos de dos semanas después el número de muertes era de 1,339, habiéndose notificado 46,997 enfermos, de los cuales 46,550 correspondían a China.
La Hormiga
De las 39 especies identificadas de coronavirus, sólo algunas se han encontrado en los humanos. Este coronavirus (también identificado como COVID-19) ha sorprendido, pues logró mutarse e introducirse en los humanos, causando un alto grado de consternación. Actualmente los reportajes son encontrados. Por un lado, intentan disminuir la alarma, al indicar que mueren considerablemente mas personas por tomar aspirina y medicamentos, que por este virus. Se asegura que de los enfermos sólo el 2% fallece y eso debido a malas condiciones de salud o alimentarias. Se informa la importancia de alcalinizar el cuerpo para prevenir el virus, ingiriendo un limón exprimido en agua tibia por las mañanas, lo que no puede ser mas sencillo y barato, sobre todo en nuestro país limonero por excelencia. Seguramente es un consejo que pocos siguen, ya que al encontrarse inmersos desde hace semanas en las ondas expansivas de la alarma mundial, no escuchan. Eso sí, señalan con dedo flamígero a los chinos y les sacan la vuelta. ¿Quién conoce a alguien que actualmente quiera ir a visitar La Muralla China?
Por otro lado, las malas noticias se multiplican: a mediados de febrero, mil y tantos pasajeros de un crucero declarado libre de coronavirus desembarcaron en Camboya, visitaron Nom Pen y tomaron aviones a sus países de origen. Horas después, una pasajera estadounidense de dicho crucero fue reportada enferma en Malasia. La caída de las bolsas de valores en todo el mundo, la estimada reducción del PIB mundial anunciado por el Fondo Monetario Internacional y la toma de decisiones preventivas por varios países como la auto cuarentena impuesta en Italia, la suspensión de vuelos entre ciertos países, el cierre de escuelas y otras noticias de similar calibre, apuntan en esta aciaga dirección. El miedo es contagioso.
En tanto esto sucede, Trump ha tomado la primera de las posturas mencionadas. Como dicen los estadounidenses, ha actuado cool. “Hemos bajado [la epidemia] de manera substancial y no ha aumentado. La tenemos bajo control”, afirmó hacia finales de febrero.
Dentro de este panorama, quien ha recibido el peor golpe es China. Ha cerrado el 50% de sus fábricas, afectando directamente a 300 millones de trabajadores. Baste considerar que el 50% de las partes y componentes electrónicos actuales son de origen chino y que su participación en la industria del automóvil es altísima. Las ventas de carros en China se han reducido en 92%, en tanto el 93% de los restaurants bajaron la cortina. El PIB anual anticipado de China va a caer, quizás a menos de 5%. El resto de la humanidad también ha sido afectada, ya que China ha reducido drásticamente sus exportaciones que representan un tercio de las necesidades de la humanidad, las que contienen partes, materias primas y energéticos que proporciona occidente y países aledaños.
El horizonte es de tormentas y nubarrones ¿Quién quiere recibir un huésped o estudiante chino? ¿Quién no pone en duda adquirir productos y servicios chinos? ¿Quién desea viajar a o estudiar en China? ¿Cómo es que ni sus aliados (Rusia, Corea del Norte, Singapur, etc.), quieren mantener sus fronteras abiertas con China? ¿Cuánto tiempo durará esta animadversión a lo chino? ¿Cuál será la pérdida económica para China, independientemente del alto costo de vidas humanas? ¿Habrá Malcolm anticipado este escenario? ¿Se estará frotando las manitas?
Como toda mala noticia, inclusive cuando se desata una guerra, existen beneficiados. Además de reducirse la contaminación especialmente china e incrementarse el precio del oro a niveles nunca vistos, es de llamar la atención el infrecuente y quizás delatador silencio que ha mantenido Trump, sobre todo tratándose de quien porta gran boca a la que nos tiene acostumbrados. Quizás él también esta frotándose las manitas.
En el gran tablero de ajedrez mundial, es factible que el coronavirus provoque que China modere sus recientes pretensiones económicas, como las del programa que se conoce como PBOR/BRI o La Nueva Ruta de la Seda (que se publicita como One Belt One Road), que incluye además países de Europa, África y Oceanía. A esta mesura quizás agregue un cambio al avance que recientemente ha tenido, respecto a sus intereses estratégicos y militares, que había empezado a cacarear.
Aquí te dejo esta Hormiga, querido lector.