EL PATÉTICO CASO DE OVIDIO Y POR QUÉ VIVIR BIEN ES CONVENIENCIA PROPIA
El caso de Ovidio, actualmente preso en el penal de alta seguridad del Altiplano, reclamado por las autoridades estadounidenses para procesarlo en los EUA, es un caso patético que debe servir de ejemplo a la juventud desorientada, esa que se siente atraída a formar parte del crimen organizado e inclusive estar dispuesta a matar y cometer todo tipo de ilícitos, para lograr sus sueños de poder, dinero, mujeres y fama. Jóvenes que persiguen la emoción de estar atrás de un arma larga de alto poder, que accionan con la presión de un dedito, aunque en muchos casos les cueste la vida.
Ovidio, apodado “el Ratón”, es un caso “adelantado” que atrae la admiración y egoísmo de quienes entran “nuevecitos” a formar parte de una organización criminal, ya que pertenece a la segunda generación de narcos. Le lleva la delantera a cualquiera, pues corre por sus venas sangre narca. La familia siempre ha sido tema de respeto entre el “mundo” de los capos y los capo di tutti capi. Ovidio no sale de casa pobre como su padre, el Chapo Guzmán. Nace en 1990 en Culiacán, Sinaloa, en la opulencia. Habita durante su niñez y adolescencia en casa de lujo localizada en el Pedregal de San Ángel en la CDMX. Como reporta la prensa nacional, asiste a un colegio de los Legionarios de Cristo, donde todos los días lo lleva un taxi. Su padre, que tenía y tiene dinero de sobra para mantenerlo rodeado de lujos, estaba en prisión, acusado de estar vinculado al homicidio del cardenal Jesús Posadas en Guadalajara, Jalisco. Ovidio es un infante suelto, sin otra compañía que los sicarios al servicio de su padre, quien, desde entonces, ya figuraba en cánticos de corridos entonados por grupos de jóvenes deseosos de destacar, sin que importe el cómo. Ovidio tiene dos medios hermanos (Iván Archivaldo y Jesús Alfredo) y un hermano (Joaquín), los dos primeros hijos de la primera esposa de El Chapo y los segundos, hijos de la segunda esposa, Emma Coronel, actualmente presa en los EUA. Él es el menor. No es claro si todos los hermanos son parte de la misma o varias organizaciones criminales. Al parecer, algunos han sido asesinados. La prensa local reporta el matrimonio de Ovidio con Adriana Meza, también emparentada con familias de narcos.
¿Qué vida ha tenido Ovidio, actualmente de 32 años? ¿Quién sabía en su escuela sobre sus antecedentes familiares? ¿Fue entrenado desde entonces a callar y mantener pico de cera? ¿Cuándo veía a su mamá? ¿Cuándo a su padre? ¿Cuándo salía al cine o a pasear en el campo con sus padres? ¿Lo llevaron a Disney World? ¿A la playa? ¿Sus papás siempre estaban rodeados de guaruras? Seguramente no sabía cuándo iba a ver a su papá o a su mamá, lo que implica delicada incertidumbre para un niño frente a los video juegos y el monitor. ¿Vivía con sus hermanos? ¿Qué valor le daban sus padres a su educación y calificaciones escolares? No sería de sorprender que careciera de amigos en la escuela y que le estuviera prohibido invitarlos a su casa.
La prensa reporta un Ovidio con el estómago destrozado. Es natural. Un niño suelto con dinero, debió ingerir todo tipo de dulces, churrumais, totopos enchilados, pasteles, helados, tacos de aceites avejentados y cuanta comida chatarra se le ocurriera. ¿Con qué dinero se repone el estómago?
A principios de siglo Ovidio, aún preadolescente, deja la CDMX, y vuelve a su tierra natal, donde se une al grupo criminal del cual su padre es jefe de jefes. La prensa internacional reporta que producía 3,000 kilogramos de metanfetaminas al mes, aunque no se señala la fuente. Esto y su agresividad en Sinaloa, debió provocar haberse sentido muy fuerte, cuando por órdenes directas de AMLO, fue liberado en octubre de 2019, lo que hoy lo tiene confundido. La imagen que Ovidio ha proyectado en estas semanas, desde su recaptura, es de total desorientación. La de ¿dónde estás papá? Se aferra a su celular con expresión de estar comiendo sapos. En el penal del Antiplano la vida debe de ser difícil, lejos del aire fresco y del sol.
¿Esa es la vida que un joven desea para sí, su pareja y familia? Esa es la vida que le espera a quien desea ser parte del crimen organizado, con el inminente peligro de ser capturado y torturado por bandas criminales enemigas de aquella donde se afilie.
Quien anhele una vida así, de salto de mata, de alarma permanente, de corajes y venganzas, de castigos indescriptibles, de estar cerca de armas para matar y evitar morir, requiere pensarlo con cuidado, pues una vez dentro, salir es imposible. Baste con ver el deterioro de los grandes capos encarcelados durante años, que, si logran salir, lo hacen como jerga de carcelero, del que han tenido de hacerse amigos para reducir vejaciones.
Vivir bien, alejado del crimen, con el esfuerzo que requiere trabajar, competir en estudios y el mercado, es conveniencia propia. Piénsenlo bien, quien desee otra vida.