LA MONARQUÍA MEXICANA MODERNA. MECANISMOS DE CONTROL.
¿Existe alguna duda de que AMLO es monarca, rey y emperador de México? Que tiene mas poder sobre el país y sus ciudadanos, que la Reina Isabel II y el Primer Ministro de la Gran Bretaña sobre su país, juntos. Éstos pobres mortales no se pueden dar el lujo de poner a la venta, vender boletos para una rifa, intentar rentar, etcétera, el mismísimo avión presidencial y aún conservarlo en un hangar a su disposición, pues, como dijo el compadre Chencho, ¡NO PASA NADA! Enumerar los demás actos que el ejercicio del poder omnímodo le ha dado, como militarizar el país, pactar con el crimen organizado, etcétera, es prolijo y francamente repetitivo de los innumerables editoriales-queja-denuncia que se han publicado.
Lo que nos debe preocupar es como controlar a futuro el poder de gastar nuestros impuestos, incumplir nuestras leyes y decidir nuestro futuro, por cualquier Ejecutivo Federal que con trampas y mañas mil o sin el uso de ellas, acceda al poder; ya sea que MORENA lo haga en la elección de 2024 o gane la oposición. Puede afirmarse que, salvo algunos momentos de excepción, desde que logramos nuestra independencia de España, los Ejecutivos han estado sueltos como chivos en cristalería, con el aliciente a su favor, de disponer de la fuerza pública y hoy en día, hasta buena parte del crimen organizado.
¿Qué hacer para que no nos vuelva a suceder?
Debemos reconocer que el problema no se resuelve con un Gran Presidente, con un Gran Líder de cuya mente y actos surja la sabiduría, luz y la concordia. Desafortunadamente, esta solución está en la mente y deseos de muchos mexicanos (“Fulanito es mi gallo”). Cuando venga el cambio y cada vez que esto suceda, volveremos a correr el riesgo, y el maravilloso aeropuerto que uno construye, llega otro y lo destruye. La dificultad no está en la persona sino en el sistema. Es el sistema lo que debemos cambiar.
Requerimos adoptar decisiones de manera plural. De un gobierno que obligue a platicar, parlamentar, negociar, a diferencia de la decisión (“soy muy terco”), de una sola persona, que obliga a los demás a postrarse de rodillas ante el Iluminado en Turno.
Renunciar a nuestro sistema presidencialista y adoptar el parlamentario, es ir en contra de casi 200 años de tradición. La totalidad de nuestra vida independiente. Hacerlo, requeriría toneladas y toneladas de poder político que nadie tiene, ni está dispuesto a invertir.
Seguramente muchos se sorprenderán de saber que el Artículo 92 constitucional establece: El refrendo. Este consiste en la firma del Secretario de Estado miembro del gabinete, al que el asunto corresponda, que deben llevar los reglamentos, decretos, acuerdos y órdenes del Presidente, para que sean cumplidos. De lo contrario, como indica el precepto aludido, “no serán obedecidos”.
Sin pretender hacer de este sencillo artículo un estudio jurídico adecuadamente fundamentado, se señala que actualmente el precepto constitucional aludido carece de fuerza, en virtud de la facultad presidencial de libremente remover a quien se negare a firmar (Art. 89-II constitucional).
Lo interesante es traer a colación el refrendo obligatorio y sin derecho presidencial de remoción del Secretario de Estado, a quien se negare a firmar. Esto, en cualquier escenario, ya se trate de un triunfo electoral de MORENA en 2024 y aún mas, si la oposición llegare a gobernar con un gobierno de coalición de varios partidos políticos, que se disputarían los diferentes ministerios.
Sería conveniente estudiar a fondo el posible uso del refrendo obligatorio en los siguientes casos: (1) emisión de reglamentos, decretos, acuerdos y órdenes del Presidente; (2) iniciativa de ley; (3) promulgación y veto de ley (4); uso de facultades extraordinarias del Presidente, y otros. También podría considerarse que la designación (además del derecho presidencial establecido en el Art. 76-II constitucional) y remoción de los Secretarios de Estado, requiera de la aprobación de alguna o ambas cámaras del poder legislativo.
Lo mencionado, daría entrada a la obligada negociación y parlamento necesario gobernar y le restaría fuerza al sistema uni-decisorio (monárquico) que hoy impera. Insisto, no se trata de que nuestro Presidente sea sabio y justo, se trata de que se le reduzca al cargo presidencial, el exagerado poder que hoy tiene y que en el futuro tenga. Estamos viviendo el poder de un Presidente Supermacho. Se requiere que sea un mortal que dirija los destinos de la nación, obligado a conversar y convencer o en su caso aceptar, los puntos de vista contrarios a su criterio.