LA PACIENCIA, LA IMPACIENCIA Y EL MIEDO.
Una pregunta y una respuesta polémica: —¿Tienen miedo a que les gane El Miedo?
Los tres personajes de esta narración, La Paciencia, La Impaciencia y El Miedo, observan a la Ciudad de México y otras grandes ciudades, pues es bien sabido que tienen el don de la ubicuidad. Son las tres de la mañana de una noche de luna menguante en el Parque La Marquesa en México y distintos horarios en otros promontorios del mundo, como la Colina Capitolina en Roma y la cúpula blanca de la basílica de Sacré Coeur en Montmatre en París. Se disponen a charlar. El Miedo ha iniciado con la pregunta que denota petulancia.
La Paciencia, la Impaciencia y El Miedo se conocen desde siempre, pero ahora están frente a la pandemia del Covid-19 y la interrogante de lo que sucederá, seguido del comportamiento de los humanos que desde siglos atrás actúan como reyes del mundo, sin tomar en cuenta a otras especies animales y vegetales. Orgullosos de sus invenciones en tecnología y sistemas de comunicación. De perforar la tierra con minas profundas para sacar piedritas transparentes. De dañarla con substancias químicas. De calentar el medio ambiente. De plastificar el agua del mar. Y causar otros perjuicios embarazosos de listar.
El Miedo hace la pregunta, habituado a ganar. El silencio de sus escuchas lo induce a retomar con esa voz trémula, de quien acompaña con gusto macabro a infelices condenados a morir en el patíbulo: —Se que en el pasado los he derrotado, pero entonces los humanos no tenían el conocimiento que ahora han acumulado. Desde la epidemia de influenza en Babilonia 1200 años antes de Cristo, pasando por muchas mas como la peste negra en la que murió la mitad de los europeos en el siglo XIV, el cólera en el XIX, la gripe española del XX y otras, la mayoría no murió enferma. Murieron de miedo. Ja ja ja.
—Es cierto —adelanta La Paciencia— pero en esta época corres el riesgo de perder. Actualmente la humanidad, además de sus conocimientos para eliminar este virus, ahora cuenta con la psicología y los terapeutas que asisten a los desesperados, inclusive con terapeutas familiares, profesión que se encuentra en boga. Esto me ayuda.
—No creas que la tienes fácil —interrumpe La Impaciencia—. Con el stress de la época y la creencia de la gente que encuentra estresante cualquier cosa, he podido hacer muchos adeptos a mi causa y claro, después de que penetro, llega El Miedo y entre los dos logramos miles de víctimas.
La Paciencia parece molestarse. Sus gestos indican consternación, pero encuentra la presencia de ánimo para responder con voz grave e intencionada seguridad: —La vacuna contra el coronavirus está por lograrse. Millones se protegerán y la enfermedad acabará por extinguirse. La solución está en mí, en La Paciencia, lo que la inmensa mayoría ha adoptado con actitud envidiable.
—Ya me encargué de meter dudas sobre la vacuna. Varios de mis voceros ya la tachan de medio de control gubernamental e inclusive exterminio a plazo fijo —pavonea El Miedo—. Me he aprovechado del desprestigio reinante de gobernantes y partidos políticos. Es una chulada ver lo fácil que es meterme en la mente de gente dubitativa. Algunos se ponen a temblar y hasta entran en shock nervioso. Ja ja ja.
La Paciencia sabe que no puede empujar a El Miedo para que se mate al caer desde la cúpula de la basílica, aunque ganas no le faltan. Sentencia: —No queda mas que esperar.
Fue entonces que aparece el cuarto personaje, un D’Artagnan notable: El Tiempo. Manifiesta mientras caen “los preciados segundos de combate bravío”: —Yo soy quien resolverá el dilema. En lo personal, aventuro a que la humanidad habrá de encontrar la escapatoria, como siempre lo ha hecho. Le costará sangre, lágrimas, sufrimiento, muertos, pero encontrará la solución. ¿Cuántos morirán mientras? Está por verse, como también lo está el hecho de saber si los humanos se darán cuenta de que no pueden prescindir del planeta, en tanto éste no los necesita para seguir rotando. A ver si el susto de la pandemia los provoca y ¡se deciden cuidarlo!