CIUDADES PARANOICAS. CIUDADANOS PARANOICOS. ¿CUÁL ES LA HERENCIA?

Ciudades paranoicas

Una pregunta y una respuesta polémica: ¿superará la humanidad la afectación que está sufriendo al habérsele cambiado su manera de vivir? Recientemente estuve en la Ciudad de México, la que llevaba diez meses de no visitar. Vivo en el campo. Mis amigos me informan que actualmente la situación ha mejorado. Me quedé sin habla, porque en comparación de ese tráfico imposible, encontré calles vacías. Personas con caras y ojos de susto, atrás de cubre bocas, verdaderas máscaras que arropan gestos faciales, indispensables para vivir y relacionarse en comunidad. Una conducta corporal que al acercarme a otra persona se aleja o me evita y en ello y sin querer, enseña una decisión de estómago apretado basada en el espanto que desconcierta a un fuereño como yo. A mi me sorprende pero para los residentes, tal alejamiento ya es lugar común.

En mi carácter de consultor senior de la ONU he viajado por todo el mundo. Nunca he conocido a ciudadanos tan amables y hasta dadivosos como los chilangos que se desviven por informar sobre una dirección o dar la hora, sin importar el tiempo que les tome. Son los mismos que se han destacado en caso de desastres como temblores e incendios.

El Dr. Elmer Huerta, profesor de la escuela de medicina de la Universidad de George Washington señala que deben ocurrir tres eventos para salir de la pandemia: (1) que exista un medicamento súper efectivo contra este coronavirus, que no hay; (2) que exista una vacuna súper efectiva disponible para todo el planeta, que tampoco existe y (3) que el 60 al 70% de la gente se contagie en el mundo para que el virus no tenga donde saltar. En este momento se calcula que sólo el 1% de la gente está infectada.

La pandemia está dejándonos un nuevo mundo por muy diferentes razones, pero es de preocupar que una de ellas sea el cambio de actitud, un cambio en nuestra relación con los demás. Se reside en departamentos/jaulas que nunca se planearon para vivir encerrados mes tras mes. ¿Cómo impactará la mente de quienes estaban acostumbrados a constantemente salir a las calles y lugares de reunión y ahora se ven privados de ello?

Me gusta salir del país, al menos una vez al año. Ante la dificultad actual de hacerlo, sólo recibo noticias y videos que enseñan otras ciudades donde el sistema impone conductas férreas, castigando con multas altísimas a quienes se niegan a usar el cubre bocas, lo que no ha sucedido en México. Sentado en una banca de El Paseo de la Reforma, recordé a Brazil, película británica de ciencia ficción estrenada en 1985, en la que “el sistema”  está sobre las personas y toda amenaza a él se castiga con severidad implacable.

Continúa el Dr. Huerta: “…. el distanciamiento social va a ser la norma, el cubre boca constante será parte de nuestro atuendo, debemos evitar la aglomeración de personas, y acostumbrar higiene personal y de centros de trabajo. Estamos ante un virus diferente a todos. El problema es serio y apenas estamos empezando.”

Remata: “….debemos aprender a convivir con este virus, que la economía del mundo se adecue a esto y que nosotros como seres humanos sepamos que estamos a merced de un virus que ha venido a quedarse. Ese ego enorme que teníamos los seres humanos de que éramos los reyes de este planeta y que podíamos hacer lo que quisiéramos, deshacer glaciares, poner dinamita en la tierra, sacar petróleo, porque este era nuestro mundo, se acabó. Somos una especie mas y tenemos que ser humildes para aceptar que la vida de ahora en adelante va a ser completamente diferente. Existe un cambio en la humanidad.

La naturaleza habrá de continuar su evolución con o sin nosotros, especie que le ha causado problemas al dañarle agua, tierra y aire. La pandemia es una advertencia, antes de que se presenten desastres irremediables. Ni el mundo, ni nuestro sistema planetario, ni el universo nos necesitan. ¡Sacudámonos la pedantería! Continuemos la paranoia pero sobrevivamos, descendencia incluida.