MEXICANO: ¿YA DESPERTASTE O SIGUES DORMIDO?
Resulta que el general del ejército Luis Rodríguez Bucio, comandante de la Guardia Nacional, autorizando el uso de bienes de la nación, como lo es el avión de la Guardia Nacional matrícula XC-PFM, voló el pasado fin de semana a Torreón y después a Hermosillo, con el propósito de violar la ley. Lo hizo junto con Augusto López Hernández, Secretario de Gobernación y Mario Delgado, dirigente nacional de Morena, al participar en una asamblea de dicho partido político. El referido comandante en uniforme militar, apoyó abiertamente los actos de proselitismo a favor de AMLO, con motivo de la consulta del próximo domingo 10 de abril, relativa a la revocación de mandato.
Independientemente de la clara violación a las normas electorales, de la que se han ocupado diferentes editorialistas, se resalta un acto muy, pero muy preocupante: la participación directa de la Guardia Nacional en política. Es decir, la intervención de las fuerzas armadas y el uso de bienes públicos de los que dispone dicha guardia, para apoyar a un partido político.
Imaginar siquiera que miembros del Ejército o la Guardia Nacional sacaran a los ciudadanos de sus casas a votar a punta de pistola, conforme a instrucciones amenazantes que reciban de los rangos militares superiores, provoca en cualquier ciudadano libre, repulsión. Sería un acto contrario a la libertad necesaria para la presencia de la democracia.
¿Sabrá el general Luis Rodríguez Bucio, comandante de la Guardia Nacional, que su sola presencia en apoyo de Morena, puede ser interpretada por la ciudadanía como amenaza en contra de aquellos que osen no apoyar a Morena? ¡Qué hacerlo uniformado agrava la falta!
El ciudadano común y corriente no carga pistola. No va armado. Los militares llevan la pistola al cinto. Están armados y saben del manejo de las armas. Esto es algo con lo que vive a diario el ciudadano de a pie, quien fácilmente puede concluir, que si el general comandante en jefe de la Guardia Nacional apoya a Morena, no hacer lo mismo, puede ponerlo en riesgo, incluida su familia. Por ello, la sola presencia del general uniformado es un acto de intimidación inaceptable en nuestra frágil democracia.
Ha sido ley, costumbre y tradición que el ejército NO participe en política. La razón es obvia: dispone de un enorme cuerpo militar integrado por mandos escalonados, que se sujetan a un estricto código de conducta, a efecto de dar cumplimiento a las órdenes “superiores”; así como del mayor y mas poderoso armamento que existe en el país, el que podría llegar a usarse en el caso de que la ciudadanía no votare a favor de cierto candidato o no participare en consultas, como la del próximo domingo.
El último Presidente militar de México en la época moderna fue el general Manuel Ávila Camacho, quien concluyó su mandato en 1946. Son mas de 70 años en que el ejército es apolítico. ¿No será que el tapado de Morena para las elecciones presidenciales de 2024 es alguno de las cabezas actuales del Ejército, la Armada o la Guardia Nacional y que habremos de regresar a la época de las arbitrariedades propias de quienes no discuten órdenes. Las acatan. Con el consiguiente perjuicio a la ciudadanía.
Cabe agregar que en uno de los eventos del pasado fin de semana, el Secretario de Gobernación dijo con el micrófono en mano, refiriéndose a los funcionarios del INE: “no me pueden correr”, pero si llegaran a hacerlo, sería “un honor que me corran por apoyar a Obrador”, de quien afirmó ser el mejor Presidente del México moderno. Todo lo anterior consta el videos que han circulado profusamente en redes sociales.
Ahí no quedó la cosa. Al dia siguiente, en la mañanera, el Presidente negó que el comandante de la Guardia Nacional y el Secretario de Gobernación hubieren llevado a cabo actos de proselitismo, ya que viajaron estrictamente “por razones de seguridad”.
La postura presidencial me recordó al viejo abogado dicharachero que hace 40 años aconsejaba a los jóvenes juristas que lo rodeaban en los pardos de una tarde otoñal, en una cantina del centro de la CDMX:
—Si su esposa los sorprende en el acto amatorio, en la misma cama que comparten como marido y mujer y los recrimina, conserven la calma. Sin titubear y con la vista clavada en los ojos de la reclamante, díganle: “Perdón señora, ¡me confunde con mi hermano gemelo! En ello me ofende”. Aprovechen la confusión para huir. Ja ja ja ja”.
De este tamaño es la mentira de AMLO al asegurar que el viaje se debió a motivos de seguridad.
“Si mis soldados pensasen, ya no habría ninguno en las filas.”
Federico II de Prusia