MÉXICO DEMANDA ¡UN BUEN CAPITÁN DE BARCO!
Quien maneja el timón de un barco no necesariamente lo gobierna. Una cosa es estar a cargo del timón y otra muy diferente es gobernar la embarcación. Una cosa es ser capitán y otra timonel.
Si el capitán de una embarcación lleva la nave a estrellarse contra los arrecifes, debido a su impericia y desconocimiento del mar océano, surge la pregunta: ¿gobierna el barco? Gobernar no significa decidir el manejo del timón. Gobernar es hacer la labor que implica conocer la embarcación y tener los conocimientos para hacer frente a la responsabilidad de llevar a buen puerto a pasajeros y tripulantes, sin pasar hambres o ser devorado por inseguridades internas.
Esto último debe entenderse. Quien gira el timón a su conveniencia, gusto y humores, sin tomar en cuenta las condiciones del mar que surca y la trayectoria que debe seguir para llegar a su destino, es un marinero advenedizo, y por ende un peligro para los pasajeros y tripulantes que corren el riesgo de ahogarse.
Un capitán que desconoce lo que es la mar y los océanos que le rodean, se verá imposibilitado a navegar o lo que es lo mismo, a desplazarse y progresar hacia adelante. El capitán que no desplaza la nave para resolver los obstáculos que se le presenten y dirigirse a un destino de beneficio para sus pasajeros y tripulantes, no la gobierna a pesar de tener el timón en la mano.
¿Qué significa gobernar?
La palabra tiene su origen en griego que lo define como “pilotear un barco”. La analogía que hemos hecho es histórica y etimológica. Con frecuencia se ha hecho referencia a la “Nave del Estado” de Platón, que narra en el libro VI de La República (488 y 489 A. de C.).
La Real Academia Española indica varias definiciones. En su primera acepción señala que significa “mandar con autoridad o regir algo” y en segundo término “dirigir un país o una colectividad política”. La primera acepción es desafortunada, pues “mandar con autoridad” dista mucho de gobernar. No es lo mismo en este sentido la decisión que tome el primer ministro, que la que tome el policía de la esquina. El primer ministro gobierna, en tanto las decisiones del policía se toman con base en manuales y protocolos y por ende distan del criterio que se requiere para gobernar. “Mandar con autoridad” no significa gobernar. Gobernar lleva implícito “conducir”, “administrar”, “encauzar”.
La segunda acepción es mas afortunada: “dirigir un país o una colectividad pública”. Obvio que atrás de esa dirección debe haber estudios, investigaciones y experiencias que avalen las decisiones de Estado, los que unidos constituyen “gobernar” con conocimiento de causa e inclusive anticipar los efectos.
Como dato curioso y ameno, aporto las palabras de Sir Humphrey Appleby. Este personaje aseveró que el “Ship of State” (Barco de Estado) es el único barco que hace agua de arriba para abajo (dicho en la serie Yes, Minister, de la televisión británica).
Baste lo anterior para concluir que “El Barco del Estado Mexicano” está en manos de un timonel obtuso, tardo, torpe y rudo, que carece de capacidad para gobernar. Nuestra nave no está dirigida por un capitán. Está en manos de un timonel electo, que desconoce la relevancia de establecer una política general e instruirse para anticipar las consecuencias de sus actos. A la fecha se distingue por hechos y eventos cuyo propósito es enemistar a los pasajeros entre sí, decidir el curso y la dirección conforme le dicta el humor del dia y gastar como marinero borracho los fondos públicos limitados, además de sorprender a la población con puntada tras puntada de corte monárquico y faraónico.
Quienes tenemos el infortunio de viajar en la panza del barco y no nos invitan a cubierta, estamos y seguimos dia tras dia como el chinito, “nomás milando” como el barco se acerca cada vez mas a los peligrosos arrecifes.