NEGOCIOS VIVOS Y NEGOCIOS MUERTOS. ¿QUÉ HACER?
Una pregunta urgente y una respuesta polémica: ¿En esta nueva era pandémica, que sectores de la economía saldrán beneficiados y prosperarán y cuales están enfermos y morirán? Estamos frente a un escenario que fue imposible de anticipar, pero que habrá de dejar secuelas para el futuro.
¿Cambiará el mundo como los conocemos? ¿Continuarán y por cuánto tiempo los centros comerciales desiertos, los gimnasios y restaurants cerrados o con meseros en la puerta con cara de súplica? ¿Hay que meditar y discurrir en lo que va a suceder? Quien anticipa el futuro no es mago ni adivino, es quien sabe leer el presente. Y el presente ¿qué nos está indicando?
Que la gente, en cuarentena está tomando decisiones que van a traer la consecuencia de cambiar al mundo. Un ejemplo: muchos ya trabajan desde sus casas, comen casero y evitan tiempo de transporte y sus riesgos. Las empresas empiezan a cuestionar el costo de rentar espacio innecesario de oficinas; por supuesto, no es el caso de los obreros en las industria manufacturera o el personal hospitalario, por lo que cada quien en su campo debe leer con cuidado lo que está sucediendo en su sector y tomar a tiempo acciones adecuadas.
Un ejemplo de ello es Airbnb, la empresa dedicada al alojamiento en casas habitación, en general atendidas por familias residentes y a costos moderados. Ha percibido que su mercado actual está en centros turísticos cercanos a las grandes ciudades, donde el cliente llega por carretera y no requiere transportación aérea. Un ejemplo: Valle de Bravo y Malinalco localizados a poco mas de una hora de la Ciudad de México. Otro ejemplo: quienes están cambiando el negocio de turismo de hotelería, por su práctica al aire libre en camastro y bolsas de dormir que el cliente trae consigo, para evitar dormir en habitación cerrada y cama donde desconocidos durmieron la noche anterior.
¿Qué hacer? No empecinarse y seguir en el mismo barco, a pesar sentir que el embate de las olas lo está hundiendo. Todos podemos reinventarnos. Si hay salud, imaginación y determinación corajuda, podemos salir adelante.
Deberá tomarse en cuenta que para el 2021 y 22, la economía ”…oscilara entre -8 y -12% a nivel global”, indica Jacques Attali, consultor de todos los presidentes de Francia desde tiempos de Mitterrand, mentor del actual y miembro del Consejo de Estado francés, lo que impactará de manera negativa a un alto por ciento de hogares en el mundo y causará desempleo, infelicidad y hambrunas. Esta opinión se comparte por un sinnúmero de expertos a nivel mundial. Es decir, es época de vacas flacas.
Algunos de los negocios que se encuentran moribundos son: la aeronáutica, la industria automotriz y de autopartes, turismo hotelero y de cruceros, restaurants, cines/salas de exhibición y otros. Es de esperarse que no todos mueran, ya que el cierre de uno beneficia a su competencia directa, que se queda con los clientes. Por ello no todas las aerolíneas, restaurants, etc., cerrarán. Sobrevivirán los mas astutos y menos endeudados. La banca, también sufrirá con motivo del impago de empresas en quiebra. Por otro lado, prosperarán entre otros, quienes adecuándose al la nueva concepción de las cosas, se dediquen al mundo digital, salud, educación, alimentación, higiene, agricultura, biomimética e inclusive a bienes inmuebles dedicados a resolver la demanda del trabajo a distancia. Las secuelas que surjan deberán olerse con anticipación de sabueso y resolverlas.
¿Y la naturaleza? Por un lado, durante esta crisis, se ha tomado un descanso, frente al constante embate de la contaminación y destrozos de la humanidad, y por el otro ha demostrado el poder de un diminuto virus, que bien puede ser la reacción a los males que le hemos infligido sin piedad ni conciencia. Estará condenado al fracaso, quien no tome en cuenta para su negocio el “care for nature”, que ya exigen los consumidores. Por ejemplo, favorecer el uso de energías limpias.