NO TEMAS LÓPEZ
Al entrar al poder, López afirmó que, si se juntaban 100,000 ciudadanos protestando en contra de su gobierno:” ¡Vamos! ¡Me regreso a mi rancho!”
Y ha venido a suceder que el pasado 13 de noviembre, fecha ciudadana inolvidable, más de un millón de ciudadanos acudimos en marchas, por toda la república, a protestar en contra de su iniciativa para reformar y prácticamente aniquilar el INE. ¿Cuál fue la reacción de López? Agacharse y apegarse a lo que ya es costumbre arraigada en él: mentir, al punto de que algunos de sus cercanos cómplices indicaron que habíamos sido 10,000, quizás un poquito más.
La transformación, la 4ª Transformación de la que tanto habla, ha sucedido. Es un hecho. Pero no es la 4ª Transformación. Es la transformación de López. Así a secas. En minúsculas. Sin número.
López ha cambiado radicalmente. Hoy siente que vuela ahí donde las divinas garzas. Ahí donde sólo los escogidos por Dios se sientan a transformar la historia y la realidad. Un hemiciclo reservado a Hidalgo, Benito Juárez y Él (Lázaro Cárdenas excluido por no saber educar a su descendencia). Un puñado de iluminados portadores de la justicia y la verdad impoluta. Es el lugar reservado a quien tiene la disposición absoluta del poder y del dinero. Al menos así lo considera.
Pero López teme.
Teme a la próxima manifestación ciudadana de 26 de febrero, Dia De La Patria Grande, cuando miles y miles, estamos dispuestos a sobrepasar el número millonario del 13 de noviembre. Por ello, ha dado órdenes que afecten, den al traste, arruinen, derroten, descompongan, trastornen, desmiembren, atomicen, socaven, minen y quebranten la manifestación y agoten, carcoman y desgasten a la ciudadanía, para que desista en oponerse a sus deseos.
Doblado por su temor, ha decidido cerrar con la guardia nacional y policías, la mayoría de las avenidas que llevan al zócalo de la CDMX (lugar de la manifestación), salvo unas cuantas, como 5 de Mayo, 20 de Noviembre, 16 de Septiembre y Madero en las que “permitirá” (¡gracias o Gran Señor!) que sean usadas sólo peatonalmente. También ordenó permanecieran cerradas las estaciones del metro Zócalo, Pino Suárez y Bellas Artes.
En otras palabras, lo que El Gran Señor de Palacio dispone no se discute. A la ciudadanía se le debe callar, pues se trata de “aspiracionistas que quieren progresar y no se conforman, como deberían, con un par de zapatos y una ropita vieja y un techito modesto, donde quepa una camita individual. ¿Qué más quieren esos inconformistas?”
Pero López teme.
Teme porque su reforma constitucional electoral no pasó. Fue rechazada por el Poder Legislativo y actualmente teme porque su Plan B, de reformas a las leyes electorales (que las cámaras mayoritariamente están a punto de aprobar), sea considerado inconstitucional por la Suprema Corte de Justicia. Ésta, como lo mencioné en otra Hormiga reciente, no sólo decide con base en ley, también es un instituto político, y en este caso, como en muchos, detenta la última palabra. En el caso de que la próxima manifestación ciudadana de 26 de febrero sea igual o mayor que la anterior, es decir, que seamos millón y medio o más de dos millones reunidos en las ciudades más importantes del país e inclusive en el extranjero, la Suprema Corte de Justicia sentirá la voz del pueblo que la sustenta y que aprobó en su cargo a cada uno de sus once ministros.
López teme encerrado en su palacio.
Desde ahí escuchara la voz del pueblo. El estruendo de las masas al cantar el Himno Nacional y escuchar a un par de oradores que expondrán los motivos y razones de los que ahí estaremos reunidos con nuestros amigos, hijos y nietos, cuya presencia nos empujará a no cejar, a luchar sin violencia, pero con razones de peso que permitan mantener al INE, nuestro máximo instituto electoral, garantía de la democracia por la que hemos luchado y sus consecuencias, la libertad y la justicia. ¡Poca cosa!
López teme que en su derrota yazca el juicio negativo de su negra y patética historia.