NUESTRA REPÚBLICA MONÁRQUICA

La Constitución señala en su Artículo 40 que “Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República” y agrega “representativa, democrática, laica y federal”. Suena bien, pero ¿qué significa ser una “República”? La palabra significa “cosa pública”. Es decir que México no es una monarquía, ya que no es el gobierno de una sola persona. Significa que la República, es decir “la cosa pública”, como continua señalando la citada disposición constitucional, se ejerce de manera “representativa y democrática”. Cuando se otorgan poderes excesivos al Ejecutivo, se rompe el principio "republicano” y la persona que ocupe dicho cargo deja de ser Presidente para convertirse en rey o dictador. Nuestro Pacto Federal es constituirnos en una República, lo que ninguna ley puede contravenir.

La Administración Pública Federal que ejerce el Ejecutivo Federal se lleva a cabo conforme a la “Ley Orgánica que expida el Congreso”. Dicha administración está a “cargo de las Secretarías de Estado”, encabezadas por el Presidente (Artículo 90 constitucional). El Ejecutivo es el jefe de un equipo de personas que integran su gabinete y ese conjunto administra con base en lo preceptuado por dicha ley orgánica. Tratándose de una monarquía, el rey tiene ayudantes y él, a su único y exclusivo criterio les otorga y revoca tareas. En una república como la nuestra, la ley señala cual son las facultades y atribuciones de cada Secretaría de Estado y es el grupo el que se encarga de la Administración Pública Federal.

En virtud de que la Administración Pública Federal está a cargo de un grupo de personas (Presidente y Secretarios de Estado), el Artículo 92 constitucional dispone que “Todos los reglamentos, decretos, órdenes de Presidente deberán estar firmados por el Secretario de Estado a que el asunto corresponda y sin este requisito no serán obedecidos.” A dicha firma se le conoce como “refrendo”. Si bien, la fuerza del “refrendo” se ha perdido, en comparación a como estaba redactada nuestra Constitución originalmente, debido a la capacidad del Presidente de libremente remover a cualquier Secretario de Estado que se niegue a firmar, la intención del Pacto Federal se mantiene: somos una república y no una monarquía, es decir, que la Administración Pública Federal no se ejerce por una sola persona o rey.

Temo que mis amables lectores se me quejen de llenarles la cabeza de disposiciones legales, pero en este caso es relevante, debido a la manera como AMLO ejerce el poder.

Contestémonos estas preguntas: Puede legalmente el Presidente decretar:

¿Qué las licencias sanitarias las expida la Secretaría de Relaciones Exteriores?

¿Qué los pasaportes los expida la Secretaría de Marina?

¿Qué la construcción de aeropuertos, refinerías y vías férreas, así como la administración de aduanas y distribución de medicinas este a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional?

La contestación es un NO rotundo. Se violaría no sólo la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal sino la esencia misma de nuestra forma de gobierno, es decir, ser una República y NO una monarquía.

La Bola Rápida. En el Diario Oficial de 11.enero.2021, se publicó la enmienda al la fracción XIX del Artículo 29 de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, a efecto de facultar a la Secretaría de la Defensa Nacional a prestar “los servicios civiles” que les señale el Ejecutivo Federal. La palabra “servicios civiles” se utiliza como lo contrario a “servicios militares”. Es la base legal que el gobierno actual creó e impulsa, para iniciar la militarización del país. Puede seguir usándola para incrementar “las tareas civiles de los militares”, concepto de una vaguedad abrumadora y conveniente para un Ejecutivo que puede fortalecerse mas allá de lo que es una República.

Dicha enmienda ¿es constitucional? ¿Dentro de esos “servicios civiles” a ser encargados a la Secretaría de la Defensa Nacional, puede incluirse cualquier otra función encargada a otras secretarías o cualquier acto que desee el Presidente? Ejemplos: emitir pasaportes, vender alfombras y bicicletas, manejar la deuda pública de la Federación, establecer la política de precios oficiales de la tortilla y los refrescos, coordinar la negociación comercial internacional y las compras estratégicas del sector público, etc.

Obviamente, la bola rápida, en términos presidenciables, no fue strike. En todo caso fue un foul que se fue al graderío de los aficionados; de lo contrario sería facilísimo modificar el Pacto Federal Republicano, base y sustento de nuestro gobierno, que obliga a una administración pública basada en ley y no en los caprichos del Ejecutivo.

Somos una REPÚBLICA NO UNA MONARQUÍA. ¿O qué?, ¿vamos a establecer la primera República Monárquica en la historia de la ciencia y la práctica de la política mundial? ¿Presumir un oxímoron digno de romperle la cabeza al mas pintado constitucionalista del “mundo mundial” ?

Ignacio Gómez-PalacioComentario