SEPARACIÓN DE PODERES. ANTES, DESPUÉS Y HOY

La separación de poderes es un principio establecido en nuestra Constitución, que señala que el ejecutivo, el legislativo y el judicial son tres poderes de idéntica jerarquía. Esta jerarquía debe mantenerse para que exista el necesario balance que requiere la democracia, de lo contrario surge la tiranía. Sólo un poder puede detener a cualquiera de los otros a que se extralimite. De no hacerlo, se abre la puerta del camino a la tiranía.

Para entender este principio democrático fundamental, conviene distinguir tres épocas, que aquí se explican resumidas, referidas exclusivamente a los poderes federales:

ANTES (a partir de la creación del PRI): El “líder nato”, que era el Presidente de la República, designaba con su prodigioso dedo a su sucesor. Las “fuerzas vivas” corrían a su domicilio particular a felicitarlo. Los amigos y vecinos halagados salían a abrazar al “de facto” Presidente, quien días después escogía a los “candidatos” a gobernadores, diputados y senadores. La mayoría de los jueces le presentaban su renuncia anticipada, para que la aceptara o los ratificara. Los gobernadores designados como candidatos hacían lo mismo. Todos eran priistas en su vasta mayoría. El 100% de los candidatos ganaban la elección, bajo la dirección y conteo de la Secretaría de Gobernación. Se les identificaban con orgullo, “elecciones de carro completo”. Se trataba de una caricatura democrática. Fue la era de la “dictadura perfecta” (afirmación de Vargas Llosa). Sucedía que los tres poderes, ejecutivo, legislativo y judicial, estaban plenamente controlados por una persona, el Presidente de la República. No existía la separación de poderes.

DESPUÉS DE 1990 (año de la creación del IFE, hoy INE): El IFE inicia sus actividades. Se trata de un órgano constitucional autónomo cuyo encargo es fungir como la máxima autoridad electoral. Se deja el conteo de los votos a cargo de los ciudadanos. El Partido Acción Nacional (PAN) gana dos veces la presidencia, el PRI una y MORENA una. Surge la pluralidad política. El Poder Legislativo empieza a tener mayorías de otros partidos políticos que empiezan a multiplicarse. El PRI pierde poder. Los jueces no quedan obligados a presentar su renuncia anticipada al Poder Ejecutivo, ni buscan acercarse al partido oficial ni al Presidente, para sobrevivir. Al fortalecerse los poderes legislativo y judicial, se inicia la separación de poderes y el país emprende el camino de la democracia.

HOY (a partir de la entrada al poder de AMLO, en 2018): El Presidente López Obrador, líder nato y único de su partido MORENA, designa a los “candidatos” a ser legisladores representantes de su partido, obligados a cumplir fielmente sus instrucciones, a cambio de altos salarios y bonos. El Poder Legislativo, cuando debe resolver temas de votación mayoritaria, es controlado por el Poder Ejecutivo. A lo anterior se suma el hecho de que, en varias ocasiones, el Ejecutivo ha presionado la decisión de los jueces. Se puede concluir que hoy, el Poder Legislativo es un poder parcialmente subordinado al Ejecutivo, en tanto el Poder Judicial esta continuamente sujeto a una camisa de fuerza con el Ejecutivo que se entromete como y donde no debiera. Esto, rompe el principio de la división de poderes.

Dentro de este lamentable escenario surge la figura de la recientemente nombrada Ministra Presidente de la SCJ, quien el pasado 5 de febrero expuso: “Una judicatura independiente es pilar de nuestra democracia… Tenemos la responsabilidad de preservarla y fortalecerla.”

Son palabras de importancia toral que debemos admirar y apoyar. Hago votos para que la Ministra Presidente Piña no se doble ante AMLO. Que actúe como lo que es, la Presidente de un poder de igual jerarquía al del Ejecutivo, que hoy le toca detener la entrada de la tiranía y preservar la división de poderes.

Ignacio Gómez-Palacio