SOBERBIA + INCULTURA= PELIGRO DESCOMUNAL

López Obrador ha decidido, contrario a su promesa de campaña, que la Guardia Nacional se militarice. ¿Por qué, si durante años se opuso? La razón es dilapidaría. De un grado excelso. Propia de Genghis Khan y los demás dictadores que le siguieron.

—Porque “cambié de opinión”.

—Pero, señor Presidente, la Constitución en su Artículo 21, décimo párrafo, señala textualmente: “Las instituciones de seguridad pública, incluyendo la Guardia Nacional, serán de carácter civil”; y además, usted se ha opuesto durante años (que suman lustros), a la militarización de la seguridad pública en el país”.

—Es cierto, “…. pero, cambié de opinión”.

¿Oh sorpresa! Ha entrado en funciones el raciocinio del déspota. El encéfalo, el cerebelo y en este caso, la asombrosa materia gris de la mollera, se han subido al pedestal de la soberbia, sostenido por la greda y el aire de la incultura: <<Nadie puede oponerse a mis deseos. Si yo digo que así será, así va a ser. Caiga quien caiga. Soy terco. ¿Qué no se dan cuenta que lo digo YO, que soy EL PRESIDENTE? YO MERO. YO, QUE DETENTO EL PODER. YO SOLITO….. SEPAN TODOS QUÉ, ¡SI DURANTE EL DÍA DIGO QUE ES DE NOCHE, A LOS DEMÁS NO LES QUEDA OTRA MAS QUE IR A PRENDER FAROLES! >>

—Pero la Constitución no ha cambiado, Señor. Y no tenemos los votos para hacerlo.

—Que se consulte al pueblo. El pueblo es sabio. El pueblo soy yo. ¿No se dan cuenta?

Miguel de Unamuno (escritor y filósofo español, 1864-1936), en un ensayo sobre la soberbia, cita al jesuita Alonso Rodríguez, que, en su obra publicada en el siglo XVII, se refiere a la “falsa humildad”. Rodríguez indica que es la de aquellos que fingen pobreza (“nunca he escrito un cheque, no tengo tarjetas de crédito, me traslado en un modesto Tsuru y en aviones comerciales”, etc, etc.), pero que, al no acompañarla de humildad, se traduce en “cosa peligrosa”. Se crea un “espíritu de vanagloria y soberbia…. y de allí suele nacer un menosprecio de los otros”.

El gravísimo problema de AMLO es “la soberbia inculta”, al grado de querer dar clases de historia de México a nosotros los mexicanos, como si fuera Jesucristo en El Sermón de la Montaña, al indicar “Bienaventurados aquellos que…., “, sin fundamentarlo ni explicarlo. Tan sólo porque lo dice él. Y sin embargo, gústele o no al propio López Obrador, como él indica con frecuencia “no son iguales.”

Hace unos días, nuestro Presidente, en una mas de sus peregrinas mañaneras trata de educarnos con verbo, sube cejas y canas, al asegurar que fueron “los conservadores, los fifís…. los que se atrevieron a asesinar al Presidente Madero” y agrega las maravillas de nuestro ejército, que califica como “revolucionario, formado por la gente del pueblo”.

¡No señor! Madero fue apresado y asesinado por órdenes de El Usurpador, general Victoriano Huerta, quien unos días después, apoyado por su camarilla de uniformados, ocupó la presidencia e incendió al país con el poder que le dieron las armas que el ejército detentaba. Por eso, el grito constante de los revolucionarios contra “los federales”, que eran precisamente soldados al mando de jefes y oficiales del ejército. Por eso, la Revolución Mexicana duró tantos años, lo que vino a destruir la economía del país. Fueron los miembros del ejército los que mataron a un “civil” como Madero. Esos a los que ahora quiere usted apoyar porque “cambié de opinión”.

Cabe agregar que unos días antes de ser asesinado, el Presidente Madero realizó La Marcha de la Lealtad”, al trasladarse del Castillo de Chapultepec a Palacio Nacional, protegido por jóvenes estudiantes del Colegio Militar, que es una escuela de enseñanza y formación militar, cuyos cadetes no son ejército. Lo son cuando se gradúan y son admitidos a formar parte de la institución. Muchos estudiantes graduados o antes de graduarse, salen a la vida civil y no solicitan su admisión.

La militarización es cosa seria. Muy seria, que merece otro artículo. Sus bases y sistemas operativos son otros. Están sujetos a leyes especiales. Baste señalar que el civil que no quiere seguir una orden del jefe, arriesga ser despedido. Al militar se le arresta y encarcela; y en tiempos de conflicto armado, puede ser condenado a años de cárcel e inclusive a pena de muerte. Esto se aplica igualmente, a miembros de la Armada de México, dependiente de la Secretaría de Marina.

La militarización puede tener un propósito escondido. No lo sabemos, pero ¡lo sospechamos!

Ignacio Gómez-PalacioComentario