DECENCIA

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Unas preguntas y su respuesta.  ¿A qué se refería J. Biden en su discurso inaugural al señalar que con su administración regresará la “decencia”¿ Qué es la decencia? ¿Nuestro Presidente gobierna con decencia? ¿Trump carecía de decencia? De inicio debe señalarse que un acto contrario a la decencia no es un delito, ni una infracción al buen gobierno. Es un acto contrario a los convencionalismos sociales. Negar los buenos días, poner los pies sobre la mesa de comer a la hora del alimento, escupir dentro de la casa, andar con la bragueta abierta y muchos mas, son actos contrarios al buen vivir en sociedad y por ende a dichos convencionalismos. Habría que añadir el no cuidar, en cumplimiento de las reglas de la diplomacia, las buenas relaciones entre representantes de otros países.

 

Señala en Diccionario de la Real Academia Española que “decencia” significa: 1. Aseo, compostura y adorno correspondiente a cada persona o cosa; 2. Recato, honestidad, modestia; 3. Dignidad en los actos y las palabras, conforme al estado o calidad de las personas. Una vez mas, este obligado diccionario de consulta, no satisface.

 

Para poder explicar y entender en qué consiste la decencia, conviene recurrir, a la manera del derecho anglosajón, a casos y sucesos en la práctica (holdings of the court), ya que atrapar el concepto en una definición escrita, a manera del diccionario citado, provoca caer en soluciones que confunden la decencia con el “aseo”, el “adorno”, el “recato”, la “dignidad” y otros equívocos lamentables.

 

Pasemos a los hechos: ¿Cuándo el Presidente Trump deja a Ángela Merkel, Canciller Federal de Alemania, con la mano extendida en el aire, frente a las cámaras televisivas y no la saluda, puede considerarse el hecho contrario a la decencia? Sí. Se trata de un acto falto de decencia. Dice el dicho que “lo cortés no quita lo valiente”.

 

Primera conclusión (holding): La cortesía es un acto de decencia.

 

Otro hecho que reafirma lo anterior: Me refiero a las varias reuniones internacionales de jefes de estado, presidentes y primeros ministros, cuando Trump a codazos buscaba colocarse en el centro del grupo y los demás, sorprendidos de la actitud innecesaria, le cedían el lugar, de nuevo frente a las cámaras. Si esto lo hacía ante los reporteros, imaginar la rudeza innecesaria que debió existir a puerta cerrada.

 

Segunda conclusión (holding): La decencia evita la rudeza innecesaria. La decencia es sutil, lo que no es contrario a la firmeza de decisiones.

 

Sumemos a lo anterior la cantidad impresionante de mentiras que AMLO nos receta día a día, en mi opinión, mayor que las mentiras de Trump, cuyo listado bien puede llenar varios volúmenes. ¿Mentir va en contra de la decencia? Por supuesto que sí, en especial cuando esta es pública y notoria. Es una decisión que al emitirse por un jefe de estado, lastima la inteligencia de los gobernados que sienten ser tratado como capitis deminutio.

 

Tercera conclusión (holding): la decencia no permite mentir.

 

Los hechos violentos, sobre todo los vandálicos que han sucedido en nuestro país y recientemente en Washington, ¿pueden ser considerados contrarios a la decencia? Me parece que no. Pienso que no es contrario a la decencia, porque se trata de actos de fuerza de un orden superior, que escalan la calificación de lo que aquí se intenta precisar. Al agredir y dañar la integridad corporal y la propiedad pública y privada, se está frente a un delito y no ante la violación de un convencionalismo social, como es el caso de los actos contrarios a la decencia.

 

Cuarta conclusión (holding): los actos contrarios a la decencia incumplen convencionalismos sociales. No se trata de delitos. Pero cuando se hacen por funcionarios de elección popular, nosotros, en calidad de gobernados sentimos consternación y coraje.

 

Lo anterior es suficiente para afirmar que ambos Presidentes, Trump y AMLO, con frecuencia han realizado actos contrarios a la decencia. Los EUA tienen la consolación de haber cambiado de Presidente. ¡Qué envidia!