EL ÚLTIMO RAYO DE ESPERANZA: EL INE

Desde hace dos siglos, en México existe el síndrome de “me robaron la elección”. En 1828, las elecciones presidenciales para nuestro segundo presidente (seguido de Guadalupe Victoria), las ganó Manuel Gómez Pedraza, claramente superando a Vicente Guerrero, uno de nuestros históricos héroes de la independencia. Guerrero protestó, pero el conteo no era difícil, ya que este se hacía en el Congreso Constitucional, por el voto de los 36 representantes de las legislaturas estatales. La victoria de Gómez Pedraza fue inmaculada.

Pero, pero…. fue el inicio de esa expresión muy charra y muy nuestra: “yo siempre gano y cuando no gano, ¡arrebato!”.

Sucedió que una desconocida “mano negra”, abrió las puertas de la famosa Cárcel de La Acordada y salieron los prisioneros a saquear casas y comercios de la Ciudad de México y su mercado de El Parián, localizado en el hoy Zócalo Capitalino (acto que guarda similitud con el cierre de El Paseo de la Reforma, de otro inconforme con reacción nefasta). Dicha cárcel era además depósito de importante armamento y municiones, que fueron aprovechados por un grupo de soldados y oficiales partidarios de Vicente Guerrero y por la horda incontrolada, durante tres días de latrocinio. El caos que sobrevino ayudó a Vicente Guerrero. Días después, nuestro oscuro y malmirado Antonio López de Santa Anna, desde Perote, apoyó al inconforme. Juntaron sus tropas. Marcharon a la capital. Destituyeron a Gómez Pedraza. Y lograron que el Congreso designara a Vicente Guerrero como Presidente. Hoy, su nombre se encuentra en letras de oro en el Muro de Honor de la Cámara de Diputados.

Dramáticas consecuencias de nuestra historia se deben a la imposibilidad de aceptar la derrota. Baste citar a Porfirio Diaz (durante 30 años) y a las décadas y décadas de trampas del PRI (durante 70 años), para perpetuarse en el poder. Sólo estos casos, suman un siglo de fraudes y estafas de quienes en un momento dado se encuentran en el poder.

Pero no todo han sido malas noticias.

Dentro de la negrura de nuestra historia, surgió un rayo de luz y de esperanza: la creación del Instituto Federal Electoral, hoy Instituto Nacional Electoral. Y sucedió que, en el 2000, el PAN (aguantador y apacible partido político), finalmente ganó la presidencia y hasta repitió otro sexenio. Para quienes vivimos la época de remoción del inamovible PRI, fue de no creerse.

A mí me tocó esa noche, al filo de las 9:00, llegar a una entrevista en una radiodifusora cercana a la Secretaría de Gobernación, cerca del Cine Versalles, que, según recuerdo, era la encargada de transmitir los domingos, La Hora Nacional. Las encuestas de salida y los números que empezaban a llegar, favorecían por mucho a Vicente Fox. Me pidieron transmitir la noticia a nivel nacional. Ninguno de los periodistas de opinión o trabajador de la radiodifusora quería hacerlo. Me veían con caras de temor. Se trataba de gente cuyos ingresos dependían de la radiodifusora gubernamental. Temían fuertes represalias.  Di gracias de mi independencia. Di la noticia. El momento inolvidable lo retengo en la memoria. En mi casa, la familia estaba frente al televisor. Minutos después, el Presidente Zedillo aceptó la derrota del PRI. Cerca de las 12 de la noche, nos fuimos a festejar a El Ángel de la Independencia en el Paseo de la Reforma. Llegamos cuando Muñoz Ledo exponía en el micrófono.

 ¿Por qué se logró? Por la creación y existencia del instituto electoral que hoy MORENA pretende modificar para acallarlo. Un verdadero logro ciudadano que personajes como Ignacio Mier, el coordinador de Morena en el Congreso, junto con los otros congresistas de su partido, verdaderos traidores de la patria, de la democracia y la república, pretenden arrebatarnos. Son nombres de vende patrias, que así serán recordados por la historia.

Hace un par de días, La Comisión para la Democracia del Consejo de Europa, conocida cono la Comisión de Venecia, rechazó la propuesta de reforma electoral de López Obrador (elaborada por Pablo Gómez y Horacio Duarte), por considerar que rompe la necesaria independencia e imparcialidad requerida por el árbitro electoral y el tribunal decisorio, ya que establece la elección mediante voto popular de consejeros y magistrados. Es público y notorio que el voto popular es comprable y puede ser fácilmente influenciado, sobre todo en países como México, donde se ha venido practicando desde épocas inmemoriales. Además, estos cargos requieren de funcionarios con preparación y conocimiento técnico-electoral.

Hoy contamos con un árbitro electoral que ha arrojado resultados limpios y creíbles. Por ello, debemos defender al INE y la autonomía con la que opera, la que por cierto, le dio la victoria al verdugo que hoy demanda su ejecución. No hay vuelta de hoja. Hoy, el INE, es la institución ciudadana y nacional de mayor importancia para el país.

Ignacio Gómez-PalacioComentario