EL RESENTIMIENTO. ELEMENTO INDISPENSABLE PARA ODIAR
“Nada viene de la nada”, aseveró Parménides, filósofo griego, mas de cuatro siglos antes de Cristo, basado en las ideas de Homero, que lo precedió. Es decir: para que algo crezca o surja, requiere de algo que lo anteceda y sustente. Toda semilla germina porque existen las condiciones previas para ello: humedad, tierra, etc. El odio es como la semilla, no surge de la nada (ex nihilo) y mucho menos se propaga. Requiere de algo que lo preexista, que le sirva de alimento. El fundamento para el odio social es el resentimiento generalizado, lo que es campo propicio para el político siniestro.
México es un país dividido por dos culturas, (i) la occidental que nos viene de Europa y desde hace mas de dos siglos del norte; y (ii) la indígena originaria, que antecede a la anterior. Esta herencia bi-cultural es causa de enfoques y soluciones diferentes sobre lo que se entiende por “progreso” y en consecuencia germen de resentimientos en ambas. Como se mencionó, es campo propicio para politiquear.
¿Qué por ciento de la población mexicana está resentida por algo, ya sea porque no tiene acceso a los bienes, servicios, viajes y depósitos bancarios que requiere, porque carece del poder necesario para ordenar y disponer a su gusto, porque carece de educación, maestrías o doctorados, porque le faltan los apoyos necesarios para castigar a sus enemigos, etc.? ¿Cuántas personas caminan con el resentimiento encajado entre pecho y espalda y se suben al metro, a su carro de lujo con chofer o van a pie o bicicleta en espera de algún milagro, que ya se cansaron de pedirle a La Virgen y no les presta atención?
En México, como es el caso de muchas economías abiertas con libertad individual, en especial en Latinoamérica, habitan muchas personas sin distinción de ingresos, patrimonios y religión, que son resentidos por múltiples razones que van desde la frustración a no poder escalar socialmente, a no tener los medios para adquirir una casa, un automóvil, un rancho, etc. A este respecto es importante señalar que la mercadotecnia y la publicidad constantemente invaden las mentes, creencias y sentimientos de posibles consumidores y admiradores (fans). Ambas son materias con rigor académico que se estudian en las universidades y se especializan en provocar sentimientos de egoísmo, apetencia, avaricia, envidia, inseguridad y otras chuladas de igual talante, con sordidez cada vez mayor, lo que acarrea resentimiento de diferentes grados, pero al fin resentimientos, campo propicio para que el odio nazca, crezca y se multiplique.
Si la mayoría son personas resentidas, sólo falta la semilla del odio que inculque el líder dirigido a un enemigo común, real o inventado. Al penetrar el odio generalizado, se convierte en lazo de unión. En ese momento, sólo resta la manipulación de la manada, la que se dirigirá hacia donde indique su líder y/o caudillo.
Los pasos a seguir son de sencillez apabullante:
1. Identificar una sociedad integrada en su mayoría por resentidos;
2. Apuntar discursos de odio a la desigualdad entre fifís y el pueblo sabio, ricos y pobres, cultos e ignorantes (carentes de becas y títulos académicos);
3. Lograr idolatría ciega de los resentidos por su líder/caudillo; y
4. Manipular la manada al gusto del líder/caudillo, posiblemente aconsejado por departamentos ideológicos.
Se ha mencionado la existencia de departamentos ideológicos en países con gobiernos socialistas. Se trata de grupos de gente preparada y pensante; expertos que a manera de think tank, se dedican a estudiar el trinomio: odio/dinero/poder, tres fuerzas que si se saben manejar, son puerta abierta para lograr control y mando de una comunidad, de un grupo social y en última instancia de un país y región del mundo. Así, ¡de este tamaño! (Ver en Youtube las entrevistas con Hilda Molina, ex amiga cercana del Comandante Fidel Castro).
El odio y el rencor son dos sentimientos diferentes. La diferencia es de grado. El primero surge cuando nuestro equipo de futbol pierde o el compadre erra la ficha de dominó. Ese se olvida. El odio es compañero permanente. No se olvida. Si existe una persona o algún método que prometa aliviarlo, se le da la bienvenida con brazos abiertos. Si esa persona o sistema promete además castigar a quienes llevan a cabo conductas por las cuales se odia, tanto mejor.
En mi Hormiga anterior, El Peligroso Discurso de Odio de las Mañaneras, hice referencia al enorme riesgo que conllevan los discursos de odio que se repiten a diario por nuestro Presidente. No es un riesgo sin fundamento. Este se encuentra en el resentimiento. Ese resentimiento lo conoce bien. Lo carga en lo personal y sabe como encenderlo y propagarlo.