EL VOTO DE LOS ARREPENTIDOS
Unas preguntas que sorprenden y una respuesta que preocupa: ¿Cuántos estadios se podrían llenar con gente arrepentida hasta el tuétano por haber votado por Morena? ¿Qué están pensando los arrepentidos? ¿Van a seguir votando o se retirarán en silencio, enojados con la democracia que les jugó una mala partida?
Ante la fatiga y confusión ciudadana para acudir a las urnas, están surgiendo algunos grupos ciudadanos dirigidos a promover el voto y defender el derecho ciudadano a ejercerlo. Algunas encuestas realizadas en el norte del país han arrojado el dato de que quienes votaron por AMLO, ya no quieren saber de política, al grado de que no les interesa volver a votar. No quieren volver a equivocarse y prefieren esconder la cabeza como avestruces y dejar pasar los eventos actuales sin involucrarse. Están heridos por lo que hicieron en 2018: convencer a parientes y amigos de la importancia de acabar con la corrupción y votar por la honestidad de López Obrador y sus promesas, asegurando que acabaría con la inseguridad en los primeros meses de su gobierno.
Ante los innumerables actos negativos y desilusionantes del actual mal gobierno federal y algunos locales, en su mayoría de Morena, no volver a votar sería un gravísimo error. La culpa no es de quienes votaron por ellos. La culpa la tiene el mal gobierno. Gracias al voto, Trump pudo elegirse y gracias al voto dejará de ocupar el cargo de Presidente de los EUA, ya que así lo decidió el voto expresado en las urnas a favor de Joe Biden. Muchos de los que votaron por los demócratas, fueron arrepentidos que en 2016 votaron por Trump.
Quienes se han decepcionado de la democracia deben preguntarse ¿qué otra forma de gobierno desean para México? ¿Dictadura de una persona? ¿Dictadura de partido? ¿Monarquía? ¿Aristocracia? El único camino posible en la actualidad es la democracia, solución que ha sido adoptada por la inmensa mayoría de los países del mundo. Cierto es que esta se basa en el voto, mismo que puede ser manipulado y que presenta la dificultad de darle el mismo valor a todas los ciudadanos, independientemente de su educación, participación social, patrimonio, ingresos, interés por la comunidad, etc., lo que acarrea crítica y un grado relevante de injusticia, lo que empujó a Churchill a sentenciar: “La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre. Con excepción de todos los demás”.
Si estamos casados con la democracia y esta se basa en la fuerza del voto, ¿qué podemos hacer para lograr buen gobierno? Sólo hay un camino: la educación ciudadana. Primero para que los ciudadanos comprendan la importancia de votar y después para analizar a los candidatos a puestos de elección, comentar sus vicios y atributos y ejercer libremente su derecho al voto, respetando en todo momento esa libertad en otros. Esto, con el convencimiento del mal que hace a su pueblo y a su nación, quien comete fraude electoral.
El libre ejercicio del derecho libre del voto se ha difundido bastante a nivel nacional, aunque falta mucho camino por recorrer, para evitar que el ciudadano promedio se sienta obligado a votar por un candidato específico, en virtud de una visita a su domicilio de miembros de algún partido político o representantes de algún candidato, que obtienen sus datos personales y promesa a cambio de algún beneficio económico. El ciudadano no tiene porque temer si recibe una dádiva y vota a favor de otro partido o candidato, ya que frente a la urna, es totalmente libre de favorecer a quien desee.
Al votar se debe pensar no sólo en el futuro inmediato sino en lo que va a implicar para las generaciones que vendrán. Se trata de un ejercicio mayúsculo, de la mayor importancia que nadie tiene derecho a tratar con indiferencia. El ciudadano en la casilla electoral tiene la importancia de un soberano, pues está en pleno ejercicio de su soberanía. Ahí, atrás de la cortinilla, es supremo ante el acto mas importante que como elector le toca vivir. No debe tomarlo a la ligera. Muy por el contario, debe tomarlo como quien en ese instante decide el destino de la nación.